29.5.12

Templos, vinos y crinolinas.


Les platico qué lugar histórico conocimos este fin de semana. Les recomiendo un restaurante en el Centro y les cuento nuestro aventura en el metro.

Le dije a Sofía que nos íbamos en metro. Rápidamente corrió al closet y sacó un vestido con crinolina, me lo enseñó y me dijo con un tono que solo ella sabe hacer “ándale, solo por hoy”. Le volví a explicar que iríamos en metro, que le daría mucho calor. Era domingo, íbamos a festejar a su tío y además, le encantaba ese vestido. Entró al metro con crinolina.

El festejo empezaba en el Templo de San Hipólito, ubicado en Reforma y Avenida Hidalgo, en el Centro. Siempre que paso por ahí veo mucha gente. Sabía que es el templo de San Judas Tadeo y que todos los devotos a San Judas se concentran en este templo para pedir o agradecer una causa difícil. Me llamaba la atención entrar, pero no se había dado hasta ahora.
Entramos al Templo. Si por afuera se ve enorme, por adentro pierdes la dimensión. Había mucha gente porque aparte se acercaban los festejos del 28 (día de San Judas Tadeo) y aún así, sobraba espacio para que entraran más fieles. Por un tiempo fue considerado la iglesia más grande de la Ciudad. 

En este lugar se desarrolló la batalla de la noche triste, donde perdieron la vida un gran número de soldados españoles contra los guerreros de Tenochtitlán. Construyeron el templo en ese lugar, por el recuerdo de los soldados caídos. Con esa historia, con esa vibra, sigue siendo uno de los lugares más importantes para los católicos citadinos. Ahora, Sofía y yo conocíamos el lugar.

En las puertas del Templo hay jóvenes, señores, señoras, niñas vestidas de San Judas Tadeo. Todos están formados repartiendo flores, dulces, figuras de San Judas, pulseras y otros regalos más. Mi hermano me explicó que los regalaban en agradecimiento de que San Judas les cumplió un milagro, así que esa dádiva se tenía que regresar. Sofía feliz con las paletas que le regalaban, yo muy interesada de este sentimiento de comunidad, tratando de entender este espacio de mi ciudad.
Se celebró la misa. Sinceramente, hace mucho que no asistía a una iglesia. Desde la Universidad me interesé más en entender al Jesús Histórico que al Religioso. Lo que me quedó claro el domingo, en esta experiencia cultural, es que vale la pena estar en contacto con lo espiritual, con la religión o creencia que sea, pero encontrar un espacio de meditación. Me di cuenta que ese espacio místico se lo quiero plasmar a mi hija. Que esté en contacto con su ser espiritual. ¿ustedes, qué opinan sobre este tema?
Todos los asistentes al Templo llevaban un San Judas Tadeo, no importaba el tamaño o el material. Una señora llevaba un San Judas en origami, me sorprendió el trabajo en papel, cada detalle del Santo estaba ahí. Al final de la misa, todos levantaron a sus Santos para bendecirlos. Salimos y la repartición de dulces, pulseras y flores seguía, pero ahora eran otras personas. Otros fieles que agradecían a San Juditas.

Salimos de San Hipólito y entramos al metro, con todo y crinolina. Nos bajamos en la estación Pino Suárez para caminar un poco hacia la calle de Mesones. Aquí hago un paréntesis enorme porque no conocía esta calle y me parece importante compartir el dato: todo lo que necesiten de papelería está en la calle de Mesones. Es el mundo de la papelería y la mercería. ¡Yo me quedé con ganas de regresar solo a ver qué venden para la escuela de mi hija!

Seguimos caminando por la calle de Mesones, hasta llegar al número 171, al restaurante Al Andalus. Entramos a una casona antigua donde los sabores árabes se dejaban disfrutar sin ningún capricho. Nos sentamos en la terraza y en cuanto nos instalamos, empezaron a llevar los platillos: jocoque, humus (garbanzo molido) , kepe crudo (carne cruda), kepe bola, babaganush (berenjena molida), tacos de cordero. Comimos, comimos y comimos. Sofía fue feliz con el jocoque, el arroz con lentejas y las papás hervidas sazonadas al ajillo.

Llegaron los postres. Una charola llena de dedos de novia y más dulces típicos a base de pistache, hojaldra y miel. Un pastel de chocolate, uno de nuez y uno de manzana. Seguimos comiendo. Para el café, pedí un café turco. Me gustó porque sabía fuerte, pero nada que me dejara temblando hasta las dos de la mañana.

Cuando estábamos terminando, Sofía me dijo que había visto a una amiguita de la escuela. Yo no vi a nadie, así que le dije que se estaba confundiendo. De pronto apareció en la mesa. Sí era su amiguita de la escuela, se saludaron y se pusieron a jugar. Cuando las vi juntas se me escapó una sonrisa: Las dos traían vestidos de crinolina.

Para los papás: Si van Al Andalus, les recomiendo que pidan el vino tinto libanés. A mi me gustó porque tenía un sabor fuerte, que me combinaba muy bien con los sabores de los alimentos. Para después del café, pidan el anís de la casa con un poco de agua y hielo, es una bebida tradicional. Me pareció muy refrescante y con un buen nivel para seguir la tarde de domingo.

Les dejo este video que encontré, para que ¡se les antoje más!



24.5.12

Héroes.


Les comparto una reflexión y les recomiendo que la platiquen con sus hijos.

Cuando mis maestros me decían: “Yo aprendo más de ustedes, que ustedes de mi” me parecía una frase ya muy usada, pero como dicen por ahí: “uno no experimenta en cabeza ajena”.

Ahora que estuve en el taller de escritura para mujeres 2.0, entendí esa famosa frase de los maestros. l La retroalimentación de las asistentes fue muy interesante. Fue ver el proceso de escritura desde otro lado, con otra visión.

En el taller terminamos hablando de que el texto es una historia, en cada publicación debe haber un conflicto que superamos. Entonces, entramos a analizar la palabra conflicto y vimos que conflicto no quiere decir algo negativo, sino que es parte del arco dramático de nuestras vidas y es aquello que nos hace mejores personas. Por ejemplo, si mi hija tiene un berrinche, es un conflicto, para ella y para mi, si yo se cómo controlar ese conflicto, me vuelvo la heroína de mi propia historia y me vuelvo mejor persona, porque ahora ya sé cómo evitar los berrinches de mi hija.

Así lo podemos ver con todo: el problema en el trabajo, los miedos conmigo misma, la desesperación del tránsito por las mañanas, el tiempo que no alcanza para mucho, el gato que no me deja dormir. Todos esos son conflictos del día a día que en algún momento tengo que superar y ahí es cuando paso por el arco dramático y me vuelvo heroína de mi propia historia. Casi que hasta le gano a Lara Croft ¿a poco no?

Y a Frodo, o a Batman, o a la Mujer Maravilla. Todos somos nuestros propios héroes, porque en la rutina diaria superamos conflictos, aprendemos de nosotros mismos, nos enfrentamos a nuestros miedos y resurgimos con poderes diferentes. ¿no creen?

¿Cuál sería el capítulo de su vida que más les gustaría compartir? Ese se lo podemos platicar a nuestros hijos, compartirles y enseñarles que a pesar de nuestros errores e imposibilidades, somos héroes de nuestra vida. Ellos, nuestros hijos, también lo son.

Y solo por no dejar y porque me encanta esta canción. Les paso Heroes de David Bowie.

Ser héroes solo por un día, todos los días de nuestra vida....


22.5.12

¡A escribir!



Estoy muy emocionada de que hoy es el primer día del taller de escritura para mujeres 2.0. Es una nueva aventura compartir experiencias con otras mamás escritoras. Porque al final del día eso somos, escribimos.

Me acuerdo que cuando producía un programa de radio, hicimos un especial sobre mujeres periodistas, y una de ellas dijo como conclusión: “Todas las mujeres deberíamos de escribir, está en nosotras. Lo peor que puede pasar es que te guste”. Estos últimos días esa frase resuena en mis pensamientos y me identifico completamente. Para mi es una necesidad básica, escribir, escribir, escribir.

Más allá de la técnica (que me parece importante saber de redacción, ortografía y gramática) lo que más me gusta es el discurso interno. ¿Les ha pasado que cuando escriben se dan cuenta de varias cosas que no habían pensado? A mi me pasa muy seguido, es como mi pretexto de escucharme a mi misma. Darle una pausa al ruido exterior y saber cómo estoy yo.

Les escribo a partir de la emoción, a unas cuantas horas de que empiece el taller. Les escribo a partir de la alegría. Les escribo desde una nueva etapa de este proyecto de escritura.

Ya les platicaré cómo nos fue, por lo pronto ¡a escribir!

15.5.12

La emoción de una canción.


Les cuento una experiencia musical y a las mamás las invito a un taller de escritura.

Como todos los martes, me enfrento a una hoja en blanco. Todos mis recuerdos y experiencias de madre y mujer, se figuran como una nube de colores que trata de salir, todas al mismo tiempo. Cada recuerdo, cada pensamiento, cada emoción quiere ser nombrada. Quiere ser compartida.

Este lienzo se va pintando de letras. Y el primer pensamiento que gana su espacio de ser escrito es el concierto de Paul McCartney. Sí, ya fue la semana pasada, ya no es noticia periodística, ya existieron miles de reseñas sobre el concierto en el Azteca y otras más sobre el concierto en el Zócalo. Ya platiqué mi experiencia con mis amigos, amigas, papás, conocidos. Ya le han de estar zumbando los oídos a Sir Paul de tanto que se ha mencionado su nombre, pero qué puedo hacer si mi mente le ordenó a mis dedos que empezaran a escribir sobre esto.

Recuerdo que llegamos al Estadio Azteca y me impresionó que estuviera repleto. “¿Porqué si ya hemos escuchado todas sus canciones más de 50 veces, todos los que estamos aquí queremos escucharlas otra vez?” Me pregunté a mi misma, no fui capaz de soltar la pregunta al aire porque seguro que más de uno se me hubiera quedado viendo con ojos de pistola... Lo entendí cuando Sir Paul salió y empecé a gritar como enajenada, como si el Ex-Beatle me pudiera ver y me dijera: “Uff! Diana, tu eres fan”. Mientras gritaba, me contestaba mi respuesta: Es el momento estético, yo vengo a este concierto para escuchar las canciones que me hacen recordar momentos de mi vida. Vengo a bailar las canciones que me hacen ser parte de lo que soy. Vengo a cantar las canciones y recordar la primer vez que las escuché. Regresar al momento estético de las emociones.

Tocó Jet y Band on the Run y fue viajar en el tiempo a mi secundaria. Curiosamente fui primero fan de Paul McCartney and Wings que de los Beatles. Todos los días para prepararme para ir a mi secundaria del Miguel Ángel, escuchaba Band on the Run, era mi preparación para llegar a la escuela de monjas.

Paul fue mi primer concierto de la vida. La primera vez que vino a México y que estaban estrenando el Autódromo como centro de conciertos y que todavía Linda McCartney tocaba el teclado y que yo tenía diez años. Ese fue mi primer experiencia musical. Cuando tocó Live and Let Die, soltaron los fuegos artificiales justo como la primera vez que lo vi. Por un momento tenía diez años otra vez, mis hermanos estaban cantando a un lado de mi (con unas modas muy noventeras, por cierto) y mis padres estaban maravillados por el espectáculo. Vaya máquina del tiempo que es la música.


A los Beatles los descubrí en la Universidad, desde entonces no los he soltado. Todas las noches le canto a mi hija Lucy in the Sky with Diamonds para que se duerma. Tan fan me convertí que hace 8 años ahorré todo el año para ir a Liverpool y visitar el museo de los Beatles, viajar por el Magical Mystery Tour y visitar las casas de Paul y John. Una trampa para turistas, pero ver el Strawberry Fields original y la iglesia donde está la tumba de Eleanor Rigby, valió la pena. Cuando cantó Eleanor Rigby se me escapó una lágrima de la emoción.

Al otro día, le conté a Sofía mi gran aventura, le conté que había visto a uno de los integrantes del grupo que canta su canción favorita Yellow Submarine. Mientras le estaba contando, pensé en todos los papás y mamás que estaban haciendo lo mismo con sus hijos. En todos los papás y mamás que fueron con sus hijos al concierto. En todos los hijos e hijas que fueron a su primer concierto. La historia se repite. Todos pasamos por el mismo proceso: regresar los recuerdos y sentir las emociones de una canción.

Para las mamás: hablando de páginas en blanco que se convierten en un texto. Las invito al tallerde escritura para mujeres 2.0 que impartiré el 22 y 24 de mayo de 10-12 hrs. En la librería Bodet ubicada en la calle Jaime Torres Bodet número 115 en la Colonia Santa María la Ribera, que está a 20 minutos de la Colonia Condesa y a 15 de Polanco.  Les mando el link de google maps para ubicarla más fácil: http://g.co/maps/bs7nx. Para más información, puedes mandar un mail a papas.df@gmail.com

10.5.12

Tránsito, música y un recuerdo amoroso.


En este día de las madres, les comparto un recuerdo amoroso con mi hija. Para los niños, los invito a una sesión con Alas y Raíces.

Todo empezó cuando Sofía salió de la natación. Otra tarde de rutina: casa-escuela-natación-casa. Era un día más con las prisas de costumbre, el tránsito de costumbre, el cansancio de costumbre.

Sofía salió de la natación. Regresábamos a casa en una tarde lluviosa en la Ciudad llena de coches. Estábamos a la mitad del camino cuando mi hija me pidió música. Me encontré con un disco recopilación del cantante y poeta canadiense Leonard Cohen, lo puse, esperando que mi hija me dijera que le cambiara en el primer acorde. Lo escuchamos un buen rato en silencio. Afuera de nuestra cápsula musical, seguía el tránsito a todo lo que podía dar.

And you want to travel with her / And you want to travel blind/ And you know that you can trust her... (Y sabes que quieres viajar con ella/ y sabes que quieres viajar a ciegas/ y sabes que puedes confiar en ella...) se escuchaba a Leonard Cohen. Como si fuera parte de la escenografía del momento, la lluvia se hizo constante y la tarde acogedora. Sofía me preguntó cómo se llamaba la canción, le dije que Suzanne a lo que ella me contestó “¿y por qué la escribió?”, era una muy buena pregunta. ¿Por qué un poeta escribe lo que escribe?. Busqué una respuesta, pero me pareció que no tenía derecho para hablar por Leonard Cohen, así que en abrí el libro del disco para encontrar una explicación. Como si los productores del disco supieran que en algún momento, en algún lugar alguien se preguntaría porqué Cohen escribe lo que escribe, ahí estaba, un apartado donde el propio poeta escribía de dónde habían salido sus canciones.

Suzanne. “Escribí esta canción en 1966, Suzanne tenía su casa en el puerto de Montreal. Era la esposa de un amigo y su hospitalidad era inmaculada”

Sofía quería escuchar más canciones y saber más historias. La siguiente canción era Sisters of Mercy: “When I thougut that I just can't go on/ And they brought me their comfort...(Cuando creía que ya no podía seguir/ Y ellas me brindaron su consuelo”. Mientras escuchábamos la canción, le contaba a Sofía que esa canción se la escribió a sus hijas, empezó a escribir cuando sus hijas se durmieron y terminó al amanecer cuando estaban despertando.



Una tarde como cualquier otra, en medio del tránsito de la ciudad, de pronto se volvió un momento estético con mi hija. Disfrutamos juntas los acordes de la guitarra y la voz de Cohen que nos abrazaba en la lluvia.
 
Dos lágrimas que salieron de mis ojos, se perdieron con las gotas de la lluvia. Me asomé a la parte de atrás del coche donde estaba mi hija siguiendo el agua que se deslizaba por la ventana. Tan tranquila, tan llena de amor, tan inocente viendo la lluvia caer mientras platicaba con su mamá. Así te voy a recordar. Una imagen grabada en mis emociones. Una emoción guardada en mis recuerdos. Un pensamiento que me llena el corazón: Me haces mejor persona.

El tránsito, el cansancio, la rutina. Todo tuvo que pasar para tener este momento de reflexión. Este momento mágico con mi hija y el eco de Leonard Cohen como testigo.

Les deseo un maravilloso día de las madres, por más momentos mágicos con los hijos.

Para los niños: Les cuento que la sección de niños de CONACULTA, Alas y Raíces, acostumbra hacer sesiones con varios niños para darles a conocer sus actividades y que niños y niñas opinen sobre los proyectos. El viernes 11 de mayo, realizarán una sesión sobre la página de internet y escuchar las opiniones de los niños. Alas y Raíces está invitando a 3 niños de PAPÁSDF entre 7 y 12 años para formar parte de esta sesión. Quien esté interesado o quiera saber más de esto, pueden mandar un mail a: emata@conaculta.gob.mx o comunicarse al teléfono: 4155 0200 Ext. 9169, con Edaena Mata.

8.5.12

Fiestas y Mercados


La semana pasada fue el cumpleaños de mi hija. La misión era hacerle una fiesta completa, porque el año pasado por tanto trabajo y porque se nos fueron las fechas, no la pudimos festejar. Además de que este año ¡cumplía 5 años!. Un lustro de regalo de vida, que vale la pena celebrar. Así que empezaron los preparativos.

Sinceramente no soy muy clavada de las fiestas y menos las infantiles: La lista de invitados, las invitaciones, la comida, el pastel, los juegos, la logística, las bebidas infantiles, las bebidas para adultos, la piñata, etc. Toda una planificación que se tenía que solucionar en dos semanas. Así que opté por lo más fácil y barato. Al final -pensé- lo más importante es que Sofía se la pase bien alrededor de muchos niños y niñas.

La lista de invitados la decidí por niños y niñas, le di prioridad a los amiguitos de Sofía del colegio, la natación y el ballet; a la familia cercana y a los amigos muy cercanos y que tuvieran hijos. El punto era llenar el jardín de niños y niñas saltando por todos lados.

Cuando llegué al momento de la invitación, me di cuenta que ¡todas las invitaciones tienen el muñeco de alguna película! Y ahí empieza lo complejo (¿a poco no?) porque una vez que eligen la invitación de “campanita”, la fiesta debe ser de ese tema...o alrededor de esa historia. Así que Sofía hizo su propia invitación, la dibujó una tarde y le saqué copias en el café internet de la esquina de la casa. Por 150 invitaciones me salió en 100 pesos, así que ya iba de gane.
 Después me encontré con los temas de la piñata, los juguetes y dulces de recuerdo. Esos eran los verdaderos temas, porque las piñatas que vimos estaban carísimas, tanto que dolía pensar en romperlas y los dulces estaban igual de caros. Así que se me ocurrió ir al mercado de Jamaica para comparlos. Le conté a mi mamá y la experiencia habló, me dijo: “lo que necesitas es el Mercado de Sonora”, así que fuimos Sofía, sus abuelos y yo al Mercado de Sonora y déjenme les platico que entramos a otra realidad en el mundo de las fiestas infantiles.
 En el Mercado hay de todo, de todo, de todo. Depende qué busques es el pasillo que encuentras. Hay desde trajes típicos para los bailables de la escuela. Toda la parafernalia para fiestas, bodas, XV años. Animales de todos los tamaños y ecosistemas. Hasta los famosos amarres y brujería. En una de las salas del mercado se sienta una figura de hombre hecha con maíz, donde le cuelgan milagritos y peticiones. Este “hombre de maíz” representa la unión de los diez mercados que conforman La Merced del Centro Histórico. Es una obra del artista Alfadir Luna, que desde el 2008 se ha vuelto una figura tradicional en el Mercado de Sonora.

Pasamos el “hombre de maíz” y nos encontramos en el local 170, puerta 7. En los “juguetes Chatis” donde se descubre la maravilla de los juguetes de mi infancia. Robots que se prenden, futbolitos, pistolas de agua, trompos luminosos, camiones de cuerda. Ningún juguete necesita pilas, todos se activan jalando un simple hilo. Cada juguete cuesta 10 pesos. Mi hija estaba fascinada viendo todos los juguetes, ella escogió cada recuerdo para sus amiguitos. Salimos con una bolsa negra llena de juguetes maravillosos y muy baratos.

Después nos dirigimos a las piñatas. Unas piñatas tradicionales, llenas de colores y a buen costo: $150.00 la piñata mediana hecha de cartón. Las bolsas para los dulces también me costaron muy baratas y había de varias figuras y colores.

Me gustaron estos preparativos para la fiesta de mi hija. Me gustó visitar el Mercado de Sonora con Sofía y encontrar estos espacios de compra tan interesantes. Al final, la fiesta estuvo muy divertida y lo mejor es que la diversión empezó desde toda la planeación.
 Para visitar el Mercado de Sonora, les recomiendo que no lleven bolsas, ni nada de valor. Pueden llegar en coche y estacionarlo en el Superama que está a un lado del mercado.

La fiesta de Sofía fue un buen pretexto para visitar el Mercado de Sonora y re-conocer esta parte de la ciudad. Al final mi mamá me dijo “¿a poco no te acuerdas que aquí veníamos a comprar todo cuando eran tus fiestas de cumpleaños?” No me acordaba y ahora, sin quererlo, seguí el recuerdo de mis ilusiones de infancia.

Para los papás: Salimos del Mercado de Sonora y no podíamos irnos sin probar unas quesadillas y gorditas que venden en la puerta del Mercado, sobre Fray Servando. Así que nos sentamos en los “Antojitos Betty”, donde disfrutamos una gordita de chicharrón y una quesadilla de hongos con epazote, los hongos estaban tan frescos, que se dejaban perfumar por el epazote...uff, deliciosa.

Más información: 
Mercado de Sonora: Avenida Fray Servando Teresa de Mier 419 (colonia Merced Balbuena, delegación Venustiano Carranza)


3.5.12

Una Fiesta Interminable



Les cuento cómo nos fue en el Centro Nacional de las Artes y cómo terminamos bailando cual gitanos.

Desde que llegamos se sentía la buena vibra. Había mucha gente por todos lados, pero aún así se sentía bien. Incluso, no sé por qué pero así fue, me dieron ganas de llorar de ver a tanta gente, tantos niños, tantas familias. Habíamos entrado a la fiesta interminable.

Lo que me sigue pareciendo interesante de esta fiesta es que Alas y Raíces trabaja para crear un ambiente de fantasía que por más que uno lo evite, te remite a un espíritu artístico. Había más de 20 carpas, cada una con una exploración diferente. Había varios escenarios, así que mientras caminabas por el Centro Nacional de las Artes, te podías topar con un circo, o con un concierto o con una obra de teatro. Así de normal y de simple, varias disciplinas artísticas, todas para niños y muy divertidas para los papás ¿qué más se puede pedir?

Nosotras ya llegamos tarde, como a las 18 hrs. Mi hija llegó con sus abuelos, que la llevaron a clase de ballet, yo llegaba del Museo del Juguete, que estuvimos imprimiendo playeras con varios niños y niñas, así que nos quedamos de ver ahí, en la Fiesta Interminable. Cuando me los encontré ya estaban formados para entrar a una instalación que tenía sombrillas con agujeros por todos lados. El tiempo de espera era de 30 minutos, traté de persuadir a mi pequeña para que fuéramos a ver otra cosa, pero ya saben qué pasa cuando se les mete algo a la cabeza...nos quedamos los treinta minutos y valió la pena. En primera por ver cómo los niños convivían en la fila. Sin conocerse empezaron a platicar, a hacer bromas, a contar hasta el cien y a reírse a carcajadas. Me pareció muy curioso que los papás estábamos más desesperados que los pequeños.
 Pasaron los treinta minutos y entraron a la instalación. Fue algo muy impactante para mi que solo los niños podían entrar, los papás se tenían que quedar afuera de toda la actividad. Podíamos estar en contacto con nuestros hijos y verlos desde afuera, pero no ser parte de la obra. Lo primero que se me vino a la mente fue “uff, espero que se porte bien y no agarre nada” después me quedé pensando que era una obra de arte pensada para los niños, pensada para que mi hija la explorara, vaya aprendizaje, así que la vi y la gocé desde afuera. El objetivo de esta obra era explorar la luz y sus formas, sus sombras. Los niños experimentaban varias figuras, estelas, colores e incluso movimientos de la luz.

La instalación eran cuatro pabellones, uno donde estaban las sombrillas y se alcanzaba a ver los hilos de luz que pasaban entre ellas, el otro eran una especie de espejos con hoyos donde los niños se movían como creían que viajaba la luz, otro era una proyector de cuerpos opacos donde proyectaban la sombra de plantas y otras figuras. Al final dibujaban lo que habían aprendido.

Todas las mamás haciendo lo propio: tomándole fotos a los peques!!



Sofía salió muy emocionada, de hecho ahora juega a las sombras. A mi me encantó ver la cara de maravillada de mi hija. ¡Que tenga más momentos de asombro como este!

Como ya estaba oscureciendo y unas gotitas de lluvia amenazaban su llegada, empezamos a despedirnos del lugar. Cuando llegamos al escenario principal se escuchaba una música estilo Kusturica, fue inevitable empezar a bailar. Sofía, sus abuelos y yo empezamos un baile de gitanos en medio del Centro Nacional de las Artes y en ese momento no fue raro porque cuando me di cuenta, todos estaban bailando: papás, mamás, abuelos, tíos, niños, niñas. Todos estábamos en el after de la fiesta. Me encantó la música que sonaba, era Polka Madre, sin conocerlos bailamos y bailamos.

Al final parecía la conclusión de cualquier festival de música: Vive Latino, Coachella, Corona Capital, etc. Era la misma vibra de alegría y catarsis. El pequeño detalle que cambiaba es que el público estaba lleno de niños y niñas que habían vivido momentos estéticos, llenos de diversión.

Muchas gracias Alas y Raíces por esta fiesta interminable, la “fiesta para los niños y las niñas” como le dice mi hija. Que haya más fiestas así y ¡más veces al año!

Les recomiendo la página de Alas yRaíces, a mi hija y a mi nos encanta visitarla por todas las actividades que tiene.

Para los papás: Un poco de Polka Madre para seguir bailando