27.9.19

La Crianza: Un día a la vez


Estoy estudiando la Maestría en Desarrollo Humano en la Universidad Iberoamericana. Voy poco a poco, cursando las materias que mi beca y la situación económica en casa, me permiten cursar.

Estoy disfrutando cada materia; encontrándole significado en mi vida. Conciliando, compartiendo y acomodando la vida entre estudiar, trabajar con lo que voy aprendiendo; más los primeros pasos de mi hijo de un año y las pláticas de secundaria, de mi hija de 12.

Un momento más que interesante. Diría, perfecto. La Maestría no podría haber sido en otro momento, como si me estuviera preparando para éste mar de emociones.

Lo que hasta ahora he entendido, y experimentado que es el desarrollo humano, es entrar en contacto con la mejor versión de mí. Así todos los seres humanos. Que entren en contacto con su mejor versión; darse cuenta que siempre estuvo ahí. Éste es una visión que forma parte de la Psicología Humanista.



Dentro de ésta propuesta de pensamiento, está Carl Rogers, quien trabaja el Enfoque centrado en la Persona; que es un acompañamiento para que justamente la persona entre en contacto consigo misma y pueda descubrir su propia sabiduría.

Según Rogers, hay tres condiciones que el terapeuta, o facilitador debe practicar para que la persona se de cuenta de su posibilidad de cambio, de su potencial. Las condiciones son: aceptación, empatía y congruencia. La aceptación se refiere a aceptar a la otra persona tal y como es, no quererla cambiar. Empatía es comprender por lo que está pasando la otra persona, como si yo también estuviera viviendo esa situación; muy importante no olvidar el “como si”; sin dejar de ser yo, trato de experimentar lo que está sintiendo la otra persona. Congruencia es dar el ejemplo con los actos, no con las palabras; ser completamente auténtico.

Mientras más estudio éstas condiciones que propone Rogers en la terapia y en la enseñanza (Rogers fue maestro por mucho tiempo, de hecho decía que los alumnos deberían de aprender a aprender, que descubrieran su sabiduría interior), Me queda claro que también puede haber una vinculación directa del Enfoque Centrado en la Persona con la Crianza.

Ser papás y mamás que aceptamos, sentimos empatía por nuestros hijos. Ser congruentes en nuestra propia vida, para enseñar con el ejemplo.

Me escucho y en algún momento suena como a discurso de superación personal o de escuela para padres. No me quejo de ninguna de las dos, pero a veces suena muy abstracto, como sólo una idea que se escucha muy bien; como una meta que pareciera inalcanzable. ¿Qué tan congruente puedo ser, si a veces me descubro que me contradigo a cada rato? ¿Cómo puedo ser empática a las 9 de la noche, cuando estoy cansada y siento que el día no va terminar? ¿Cómo puedo aceptar a mi hijo o a mi hija, si estoy viendo que está cometiendo un error?

Lo que a mi me ha funcionado, es primero hacer éstas condiciones en mí: aceptar mis errores, ser empática conmigo, ser amorosa. Estar atenta de mis incongruencias y ver cuáles puedo ir cambiando poco a poco. Un día a la vez.

A veces me sale, a veces no. Cuando me sale, trato de descubrir cómo le hice. Cuando no me sale, me abrazo muy fuerte y pienso que mañana será otro día, otra oportunidad.

Me centro en mí. En mi condición de persona. En mí, siendo humana.

Encuentro que esto de la crianza, también es un día a la vez.