30.1.18

El frío, los recuerdos y la casa.

Hoy decidimos invernar en casa. A las siete de la mañana había dos grados Centigrados, así que preferimos no salir. Todo el día ha sido de tomar chocolate, comer carbohidratos y tomar mucha agua. Aún en casa el frío se siente. Con varias capas de ropa encima, el frío se siente.

No recuerdo haber tenido tanto frío en la ciudad de México. Es como si la urbe quisiera que nos transportáramos a otro lugar, porque eso del clima extremoso no existía en el DF.

Recuerdo en la prepa, en mi época dark, que me encantaba estar de abrigo o gabardina negra, pero al mediodía era un poco incómodo por que salía el sol y los eternos veinte grados de la ciudad se hacían presentes. Eso de ser dark en el DF era poco práctico porque tenía que andar en el metro cargando abrigo y sudando con el vestido de terciopelo o el maquillaje dramático negro. No muy recomendable. Pero hoy es algo histórico, lástima que ya no soy dark…

Ropa térmica, triple calcetín, calentadores ochenteros en los tobillos, suéter y gorro; dentro de la casa, que además vivimos en un interior así que más frío. Mi hija igual de capas. Estamos a dieta de tés, chocolate caliente, sopas y eso sí, mucho trabajo en la casa porque aprovechamos para arreglar, adelantar tareas y descansar. El frío nos puso un alto de la rutina, que también se agradece.

Me enteré que a la escuela de mi hija sólo fueron 10 compañeritos y compañeritas, también varios tienen gripa, así que a tomarlo con calma. Mañana no sabemos qué haremos, si la temperatura seguirá igual, si iremos a la escuela, si sacaré mi abrigo negro que todavía lo tengo por aquello de la nostalgia. Por lo pronto, a seguir viviendo el nuevo frío de la ciudad de México.

Ustedes ¿fueron a la escuela? Cuídense y brindemos con chocolate caliente :) :)

25.1.18

Los Ciclos: La ciudad y yo.



La semana pasada empecé la Maestría y sentí como si fuera un deja vu muy particular. En primer lugar, la estoy cursando en donde estudié la Licenciatura: en mi querida Universidad Iberoamericana. Ahora la diferencia es que estoy becada, porque de otra forma no sería posible. 

En segundo lugar, cuando salí de la Ibero estaba embarazada, ahora regreso igual embarazada. Es como si me encontrara en el mismo lugar, pero de manera muy diferente. Como si en medio de los pasillos de la Universidad, me hubiera ido a una dimensión paralela, hubiera dejado todo en pausa y hubiera retomado de nuevo donde me quedé caminando para ir a mi salón. La dimensión paralela fue la vida, empezar una familia, descubrirme desde otro lugar, crecer. Como dicen algunas de mis compañeras: reinventarme.

Me siento bien en esta nueva etapa estudiantil. El otro día fue la ceremonia de bienvenida, y estaba tan conmovida que me dieron ganas de llorar: “lo logré, ya estoy aquí” me decía, porque todo el proceso de entrada y de aceptación de beca fue arduo. Lo logré porque llevo más de cuatro años queriendo hacer esto. Lo logré porque creí en mi y en mis circunstancias, las acepté y di el paso. Ahora es seguir caminando firme, disfrutar las materias, emocionarme al cargar mi mochila, descubrir a mis compañeros y compañeras.

Maestría con una hija de diez años y un bebé en camino. Si me hubieran platicado que así sería, no lo hubiera creído. Y aún así aquí estoy, es real. La red de apoyo es sorprendente: la hija, el esposo, los abuelos, las amigas. Sinceramente creí que sería yo contra corriente, pero no, se fueron abriendo puentes de apoyo. Definitivamente energía positiva, se responde con energía positiva.

Lo más interesante de este proceso son los horarios. Mis clases son en la tarde y noche. Algunos días, voy saliendo de la Universidad a las 10 de la noche, sinceramente a esa hora yo ya estaba en pijama, lista para acostar a mi hija y dormirme 5 minutos después; pero ahora descubro que hay vida en las noches de la Ciudad de México. Un paisaje que ya no estaba acostumbrada, pero me gusta: las luces de las calles, la gente regresando del trabajo, a veces el tránsito, la música. La Ciudad también ha cambiado.

Los ciclos siguen. Ahora toca este, y por donde va, es una vuelta a la espiral maravillosa.

3.1.18

La chela perdida y una panza que crece.


Este año lo empecé embrazada. Tres meses exactos el final del 2017 y el inicio del 2018. El año viejo me dejó varios regalos: publiqué mi primer libro, empecé mi maestría que hace tiempo había querido,  Sofía cumplió 10 años maravillosos. Nuestras pláticas y experiencias están tomando un sentido diferente y divertido. Los diez años que se abren al mundo. Y el regalo de vida, de dar vida, de compartir vida. Sofía será hermana y la emoción no se le acaba.

Este año lo empecé embarazada y ya se me habían olvidado varias cosas que ahora vuelvo a vivir como primeriza: el sueño, los mareos, pero también los antojos, la panza maravillosa que crece y que Sofía la acaricia saludando al nuevo o nueva miembro de la familia.

También se me había olvidado aquello del brindis sin alcohol. El año nuevo Sofía y yo lo disfrutamos con jugo de manzana espumoso, la Champaña para niños, como le llama mi hija. Un nuevo sabor para mí. Y ahora que estamos vacacionando en la playa; el agua de coco, las piñadas y las limonadas son mis mejores amigas. Aquello de la cervecita playera lo empiezo a extrañar, me puse a investigar que la cerveza es buena en el embarazo por el ácido fólico, pero mejor sin alcohol, claro, mucho mejor. Mi investigación siguió hasta encontrar notas por internet que Corona y Sol tenía su propia versión sin alcohol. Vaya tecnología que hace diez años no existía, pensé. Fue un respiro encontrar esa información, pero la he buscado y buscado y nada. Las horchatas y el agua de tamarindo se han sumado a la variedad de bebidas en la costa.

Si la ven, avísenme :) :)

Así que si alguien sabe dónde encontrar cervezas sin alcohol, se los agradeceré. Que muero por una chelada bien fría viendo el mar. Por lo pronto, vivan los jugos, las aguas y las malteadas; y sobre todo esta nueva experiencia de vida que comparto con mi hija.

Ahora PapásDF se expande y multiplica. La felicidad me sobrepasa.

Feliz año.