7.12.10

Mi Ciudad nocturna

Ya empieza la época navideña, por eso estrenamos nuevo logo de temporada ¿qué les parece?  ¡a mi, me encantó! :)


 Bueno, ya entrados en materia, les cuento que este fin de semana fue de mucha diversión de adultos como hace años no vivíamos mi esposo y yo. El evento lo merecía porque era el festejo de cumpleaños de Bruno y porque a veces es bueno recordar cómo era eso de reventar todo el fin de semana. Les cuento:




El viernes, mi esposo organizó una fiesta en el bar Nickel, en lo que queda de recuerdo de la ruda colonia Roma, este bar tiene historia propia, antes se llamaba Doberman y le daba la bienvenida a los grupos de rock que buscaban un espacio dónde tocar, se podía escuchar desde covers de Pearl Jam o Soda Stereo, hasta melodías compuestas por los jóvenes rockeros. Como todo negocio, hay que renovarse o morir, quitaron a los grupos de Rock y dejaron al Dj. Sigue siendo un buen lugar para escuchar música; al Dj le encanta toda la escena inglesa de la música electrónica y las bebidas las puedes encontrar a muy buen precio. Así que decidimos que Nickel era un buen lugar para celebrar.



Bruno y sus amigos sacaron sus consolas. Mientras iba llegando la gente, se instalaban poco a poco para aparecer de nuevo al público. Y empezaron a mezclar, era un festival de sonidos y emociones que los hacían recordar cuando mezclaban en el Tandem de la col. Juárez, hace ya varios años. Todos bailábamos y disfrutábamos las mezclas de ritmos entre el principio de una canción y el final de otra. Seguimos bailando y festejando por más años y más recuerdos.


Al día siguiente nos despertamos tarde, en esa hora justa para que la siguiente acción del día sea salir a comer y disfrutar lo que queda del sol. Hace años que no despertaba tarde. A pesar de bailar toda la noche y despertarme al medio día, no dejo de ser mamá, así que me desperté y le hablé a mis padres para saber de Sofía. Me encanta escuchar por teléfono a mis padres, llenos de vida y energía por estar con su nieta, Sofía me platicó todo lo que había hecho: desayunaron hot cakes, fueron al parque, le compraron un globo, jugó con sus tíos que la fueron a visitar...la lista no terminaba, habían aprovechado cada momento para disfrutar, Sofía estaba muy contenta y me preguntó al teléfono “¿me puedo quedar otro rato con los abuelos?” Me acordé de cuando yo le preguntaba lo mismo a mi madre. Entrar a casa de la abuela era como entrar a otra realidad, donde podía comer galletas cuando quisiera y podía ver la tele y mis tías me peinaban como si hubiese ido al salón de belleza y era una aventura muy diferente a todas las demás, era estar con la abuela. Le dije que sí a Sofía, que podía quedarse más tiempo.



Así que nosotros aprovechamos el día para comer en la cervecería de barrio, un buen lugar para comer mariscos (los tacos petroleros son lo máximo) y disfrutar las famosas margaritas de sabor. En la delicia de la comida y la buena plática se nos fue la tarde, justos para ir al concierto de LCD soundsystem.



Llegamos al hipódromo y entre los caballos que corrían para ganar, estaba el escenario para escuchar al grupo neoyorquino. No había ido al hipódromo a apostarle a los caballos, quién iba a decir que la primera vez que iría sería para un concierto y vería las carreras desde abajo, frente a frente. Así empezó la emoción del concierto.



Desde las primeras notas, todos los espectadores empezamos a bailar y brincar, esto levantó el pasto y la tierra donde estábamos parados. De pronto todo se veía nebuloso por la tierra que había a nuestro alrededor y ahí se me vino un pensamiento que les quiero compartir: ir a un concierto es un ritual donde el espectador es leal a su grupo. Desde la historia de los conciertos, pase lo que pase; lodo y lluvia en Woodstock, largas caminatas en Avándaro, campamentos para conseguir boletos de U2, tierra por doquier y un frío casi insoportable en LCD soundsystem, todos los espectadores aguantamos las diferentes condiciones climáticas y pruebas por pasar, a cambio de escuchar los acordes y las voces de esos grupos que nos gustan y nos hacen recordar buenos momentos en nuestra vida. Así estaba yo, empolvada de pies a cabeza y con mucho frío, pero seguía bailando y cantando “I'm losing my edge/but i was there...” ellos también, nuestros músicos, los que nos hacen recordar, ellos también recuerdan al cantar. Es un círculo de unión muy interesante.



Me gustó este fin de semana de recuerdos, un fin de semana nocturno. Me gustó vivir mi Ciudad de noche y recordar por qué me gustaba tanto salir por las calles y encontrar diferentes historias nocturnas. Ahora, la historia que descubrí fue la mía.

Ya es inicio de semana y todo vuelve a la normalidad: despertarse temprano, llevar a Sofía a la escuela, luego a la natación, hacer la comida y dormirse temprano para empezar de nuevo el día. Me gusta esta dinámica. Ahora la empiezo con más energía, con la seguridad de que en mi corazón sigue un espacio para mi Ciudad nocturna. ¿en el de ustedes también?

Les comparto este video que tomé del concierto.



Para los niños: Regresando al tema navideño y hablando de la noche, la ciudad y los abuelos de mi hija, me acordé de cuando mis padres me llevaban a ver la iluminación del zócalo en estas épocas decembrinas. 

Veíamos los adornos navideños y nos tomábamos fotos con los tantos Santa Clauses y Reyes Magos que, en aquellos tiempos, se ponían en la Alameda Central ¿se acuerdan?. Ahora haré esta tradición con mi pequeña. Les recomiendo que hagan lo mismo, que disfruten la iluminación y el espíritu navideño de la Ciudad con sus hijos. Que vivan la ilusión desde las calles en las que viven.

Más información:

Cervecería de Barrio: Durango 192 Col. Roma


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