La semana pasada, conocí a una niña
que se llama igual que mi hija: Sofía. La conocí en un taller que
di de cine para niñas y niños. Me cayó muy bien desde que crucé
la primer palabra con ella, es muy tierna y muy interesada en el tema
de cómo se hacen las películas.
Un día, pasaron por ella su abuelita y
su mamá. La abuelita se acercó a mi para preguntarme sobre cosas
del taller y demás actividades que haríamos en un futuro. Esto me
llamó la atención porque no era la mamá quien me lo preguntaba,
sino la abuela, que tengo mucho respeto a las abuelas y agradezco
toda la labor que hacen al cuidar a los hijos cuando papás o mamás
estamos trabajando. Pero en esta ocasión todo era diferente y no
sabía expresar o entender por qué.
Vi a Sofía que se acercó a su mamá y
la señora, con una cara emocionada por saber cómo le había ido a
su hija, empezó a platicar con su hija con señas. “Los papás de
Sofía son sordos” me dijo la abuela para terminar de obviar la
situación y darme un espacio para entender todo. La abuela me contó
que la mamá de Sofía trabajaba también con niños, hacía talleres
de música para niñas y niños sordos, y el papá era dramaturgo y
director de teatro, trabajaba en la Compañía Seña y Verbo.
Cómo estoy acostumbrada a las palabras
sonoras, a aquellas que salen de la boca. Cuántas cosas quería
decirle a la mamá de Sofía sobre su hija, sobre lo interesada que
estaba en el cine, sobre los temas que le habían llamado la atención
en el taller, sobre lo linda que era su niña. Todo ya se lo había
dicho a su abuelita, pero quería compartirlo con la mamá. Lo único
que pude hacer fue poner mis manos en el corazón y verla directo a
los ojos, esperando que todos mis sentimientos llegaran a ella, al
parecer algo comuniqué porque me regresó la mirada con una sonrisa
maravillosa pintada en su rostro.
Dos días después fue la presentación
del trabajo final de nuestro taller de Cine. Hicimos una función
para presentar los cortometrajes que había hecho niñas y niños,
estuvo bastante divertido. Ahí saludé a la abuela de Sofía, a la
mamá (con una sonrisa y una seña con la mano) y me presentaron a la
otra abuela de Sofía, a los abuelos, hermanos y al papá. Me dio
gusto conocer a toda la familia, y tuve oportunidad de decirle al
papá con ayuda de la abuela, que muchas felicidades por su labor en
la Compañía Seña y Verbo, un teatro hecho por sordomudos pero
dedicado para el público que escucha y habla, una forma de sembrar
el respeto desde las enseñanzas del teatro. En esta ocasión, me
llevé de nuevo las manos al corazón tratando de pasarle todos mis
sentimientos. Él hizo lo mismo.
La familia de Sofía y Sofía se
despidieron, nos veríamos otro día en otro taller. Como tres
minutos después de que se habían ido, vi a Sofía subir las
escaleras toda apresurada, me acerqué a ella para ver si se le había
olvidado algo o qué pasaba. Había regresado para invitarme a la
obra de su papá “ El Misterio del Circo donde nadie oyó nada”
que se presentaría en el Lunario. Mi corazón se llenó de alegría
al recibir esa invitación. El arte está en todos lados y en todos
contextos. Será un placer ir.
Después llegaron las dos abuelas a
contarme que El Misterio del Circo donde nadie oyó nada, es una obra
dirigida para el público infantil en donde a través de la historia,
vamos conociendo algunas señas del lenguaje de Señas Mexicano,
pero además pasan un buen rato papás y niños porque la obra está
muy divertida. Así que extiendo la invitación que me hizo Sofía a
todos ustedes. Vamos este domingo 11 de agosto a las 13hrs al Lunario
para ver El Misterio del Circo donde nadie oyó nada, de la Compañía
Seña y Verbo.
Les dejo un promo de esta obra, en
cuanto lo vi me emocioné además de que me reí mucho.
Para
más información de la función, visiten http://www.lunario.com.mx/Web/?p=1384
Para más información de la Compañía Seña y Verbo visiten
www.teatrodesordos.org.mx
Que maravilla de narración, que experiencia es estar cerca de otras realidades de vida.
ResponderEliminarLástima que vimos tarde la invitación, pero estaremos al pendiente.
Abrazo, Katia.