16.6.13

Compañeros de historias.


Lo único que recuerdo es que tenía los ojos cerrados y tenía una comunicación directa con mi cuerpo interior. Como si Sofía y yo nos estuviéramos poniendo de acuerdo en cómo iba a ser su nacimiento. Ella lo decidió, yo fui la mensajera, la intermediaria para su llegada.

Del mundo exterior recuerdo poco, visualmente solo recuerdo el reflejo del agua donde me encontraba. Lo que recuerdo más era sentir los brazos de mi esposo. Fuertes, en ese momento los sentía como dos Ceibas con raíces de más de 100 años, unidas en simbiosis a la tierra. En esas Ceibas me apoyaba y me dejaba ir hacia mi interior con Sofía, sabía que todo estaría bien. Estábamos los tres juntos en cada punto que nos correspondía del Universo, en cada rol ancestral de nuestro ser.

Así recuerdo la presencia del papá de mi hija cuando nació Sofía. Ese es mi memoria de cómo él se convirtió en padre.

Ya pasaron 6 años. Varias tardes de ver cómo se emocionan los dos platicando sobre Star Wars o viendo las caricaturas de Snoopy. Varios otros días donde Sofía extraña a su papá porque el trabajo es así, de estar fuera de casa.

Momentos de complicidad entre ellos dos.

Según el psicólogo Erich Fromm, la imagen del padre es la que le presenta el mundo a los hijos.
Y es que los papás son importantes en la vida de los niños, son los grandes héroes, los que representan el Deber ser y se aventuran al mundo.

En la convivencia de Sofía con su papá, me doy cuenta que la cantidad de tiempo no importa, sino la calidad. Inmersos en una aventura juntos, ellos dos, como un universo paralelo y complementario al que formamos los tres. Como mamá se me hace difícil romper la simbiosis natural con mi hija, pero cuando llega su papá hago consciente moverme para que sea tiempo de ellos dos. Ustedes, ¿cómo viven estos roles?

¿Cómo se convirtieron en padres?

Muchas felicidades a los padres, compañeros en la vida de los hijos, compañeros de aventuras y de historias.


1 comentario:

  1. "¡Ya nació, ya nació!" Fueron mis gritos con los ojos desorbitados... Primeros minutos del nuevo día, madrugada. "Que llore, que llore" me decía mi voz interna. El llanto siguiente me tranquilizó. "Ya nació, ya nació" acariciaba la frente de Diana, ambos en trance.

    "¡¿Qué fue, qué fue?!" Desde el sexto mes tomamos la decisión de no enterarnos del sexo. "Es niña" Sofía saludaba al mundo, aún a largas 24hrs de que su OS funcionara del todo. Ese fue el arranque pero no el convertirme en padre.

    Darle de comer leche en la tapa a ese diminuto ser, tan frágil como preciosa. Sus llantos. La dadiva del cosmos cuando sus escasos 20cms de acurrucaron entre mi brazo y pecho, giró su cabeza hacia mi, dejó de llorar y se durmió. Ahí fue. Ahí tan claro como hoy con sus brincos sobre mi cansado ser por la mañana. Como esas 9 horas de angustia toda la noche con su primer cólico. La primera que se abrió el labio, la primera que nos caímos patinando. La primera que pasamos el Angry Bird. La primera que vimos Snoopy y Star Wars.

    Obsequi del cosmos reproducir el regalo de la vida. Increíble ser padre. Hoy extraño a mi abuelo. Pero cada que me veo con Sofía, me sonrié en su cara, en mi corazón en mi recuerdo de como estaba con él como ahora con mi hija. Ese es nuestro mejor regalo, hoy, día del padre. Sabernos ahí.

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