Les platico de un momento difícil con
Sofía y les recomiendo un taller de Disciplina Positiva.
Sofía no paraba de llorar. Parecía
que mientras la trataba de contener y hablar con ella, más se negaba
a escuchar y más lloraba. Todo empezó con su pastel de cumpleaños,
que al principio no quería partirlo. Su papá y yo respetamos su
decisión, aunque en lo personal me sentí entre triste y apenada
porque todos sus amigos y familia estaban más que listos para
cantarle las mañanitas. En fin que tomamos la decisión de partir el
pastel sin la festejada. Pero de todas formas decidí ir a hablar con
mi hija, para saber lo que pasaba.
Un minuto antes la había visto correr
feliz y ahora estaba enojada porque un amiguito se había portado
mal. Pleitos entre niños que no terminas de entender, así que
estaba llorando en una esquina del brincolín. Me acerqué para
hablar con ella y empezó a soltar manazos y patadas, le dije de la
manera más tranquila pero determinante que no hiciera eso. Sumarle
la intensidad del momento a que era un evento social, donde ella era
la protagonista. Por un instante eso me preocupó, pero después
entré en conciencia y me di cuenta que no importa el exterior, lo
importante es aprender a solucionar los conflictos, así que me
empoderé y me quedé a un lado de Sofía, diciéndole que lo más
importante es que ella estuviera bien, le platiqué del cariño que
tenía alrededor de ella y que los problemas entre amigos se
solucionaban de diferente manera. Lo más importante: que las formas
de sacar el enojo no eran pegando, sino hablando.
Hasta aquí, íbamos bien. Sofía se
tranquilizó, me contó todo lo que había pasado y le repetí que lo
importante era todo el cariño que había a su alrededor. Nos
abrazamos y quedamos que íbamos a cantar las mañanitas. En cuanto
vio el pastel, que le faltaban algunos trozos, empezó a llorar.
Llorar, llorar, llorar, llorar. No había manera de que se
controlara. La abracé, no fue suficiente. Le hablé, no fue
suficiente. Decía que quería ir a la pastelería por otro pastel.
Lo que le contesté que era imposible (cabe mencionar que su pastel
era de tres pisos, con mariposas rosas pegadas alrededor y comprado
por su abuela. El presupuesto de la fiesta no daba para otro pastel),
le repetí que era imposible que había que valorar lo que teníamos.
Sofía seguía llorando.
La mitad de la fiesta se fue.
Le dije que ella propusiera cómo
solucionarlo, otra opción aparte de ir a comprar otro pastel. Me
dijo que lo pegáramos con resistol, por obvias razones le dije que
eso no se podía, pero que le proponía decorarlo de tal forma que no
se viera la parte partida. Le dije que yo era una “experta” en
arreglar cosas, así que mientras ella jugaba con sus amigos, yo le
arreglaba el pastel. Ante eso, Sofía me contestó: “no, yo quiero
arreglar mi pastel”. Así fue. Yo me di un respiro de los 40
minutos de llanto y contención. Cuando salí de la cocina, Sofía ya
estaba arreglando el pastel. Le puso unas servilletas de flores para
que se viera lindo y unas flores del jardín para que luciera mejor.
Todas sus amigas le dieron las mariposas que estaban en el pastel y
las pusieron donde estaban. De pronto se volvió la niña más feliz
del mundo, con Su Pastel.
Todos los invitados, llenos de amor y
comprensión, se pusieron alrededor de Sofía y su pastel y le
cantaron las mañanitas. Yo me quedé a un lado, solo viendo. Vi a mi
hija superar una crisis. Me vi a mi a un lado de mi hija, guiándola.
Vi a Sofía. Me vi a mi misma. Las dos crecimos juntas en ese
instante. Un pastel lleno de enseñanzas: Hay que hacernos
responsables de nuestras decisiones. Hay que valorar lo que tenemos.
No siempre habrá otro pastel. Hay que solucionar, con nuestros
medios, aquello que pensamos que es imposible de solucionar.
A mi me dejó una enseñanza vital: el
tiempo que sea necesario, lo tomaré para guiar a mi hija a través
del amor y la gratitud. Sin importar las circunstancias externas o
sociales, el tiempo que sea necesario para que Sofía encuentre
solución a sus conflictos. Yo estaré ahí para guiarla.
Una amiga me dijo: “Este pastel nunca
lo olvidará”. Yo tampoco lo haré.
Para papás: ¿A ustedes les ha pasado
algo así? ¿Qué hacen cuando sus hijos hacen berrinche? Anduve
investigando y el proyecto Pequeño Gran Humano tiene un taller que
puede servir mucho para saber qué hacer en momentos como este. Es el
taller teórico-práctico: Descifrando el mal comportamiento,
soluciones y estrategias efectivas para padres. Aquí descubriremos
de dónde viene el mal comportamiento de nuestros hijos y plantean
una nueva forma de abordarlo sin castigos, sino a partir de la
Disciplina Positiva. ¡Vamos!
Este taller será el sábado 8 de junio
de 10-14 hrs. En Capitán Martínez de Castro #6 en Col. San Miguel
Chapultepec. Mayores informes: pequenogranhumano@gmail.com.
Querida Diana, me imagino que después de todo fue una experiencia muy enriquecedora, tú cómo una madre que está ahí para su hija a pesar del "deber ser", con el amor y la paciencia que se necesita en esos casos y Sofía pudo atravesar esos momentos de frustración para restablecer con flores su propio pastel que simbolizaba una año más de vida, de crecimiento :)
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