En
la publicación anterior, les conté del recorrido que hicimos Sofía
y yo en el Museo Frida Kahlo. Fue una experiencia estética llena de
colores y mucho amor.
Terminamos
de visitar la casa y el jardín. Nos dábamos por bien servidas,
contentas de contemplar el lugar. Seguimos caminando y nos
encontramos con el Anexo de la Casa, esta era una sorpresa
placentera, así que nos dejamos llevar y caminamos hacia allá. Lo
primero que encontramos fue un juego donde, a forma de rompecabezas
móvil, podíamos vestir de diferentes maneras a Frida.
Había
dos Fridas: la Contemporánea, la Clásica y la explicación de cada
una de ellas. Sofía y yo jugamos
y jugamos, creando imaginarios de una Frida que fue o pudo haber
sido. Una buena manera de introducirnos a la exposición temporal:
Las Apariencias Engañan: Vestidos de Frida Kahlo.
Al
entrar, vimos los corsés y aparatos ortopédicos que usaba. Al
verlos, comprendí la imagen de Frida Kahlo acostada o sentada. Ahora
verla en pie, en cualquiera de sus fotografías, es imagen de mi
admiración, porque tener que cargar un corsé de tales barras de
metal y además uno de tela y luego zapatos especiales, no parece
nada fácil. Por eso los vestidos largos y las faldas abultadas.
Debajo de esas vestimentas coloridas y discursivas, estaba un
esqueleto de metal y un cuerpo vulnerable: “Las Apariencias
Engañan”. Vaya autoconocimieto de Frida Kahlo.
Esta
exposición se llama así por el dibujo del mismo nombre. El dibujo y
los vestidos expuestos se encontraron en el año 2004 en el baño de
Kahlo. Cincuenta años antes, Diego Rivera, mandó guardar los
vestidos y varias pinturas de Frida en ese lugar. Tiempo después se
encontraron y así surge la exposición. Un buen espacio para
comprender más a esta figura mítica. Es una exposición que vale la
pena ver y no tiene ningún costo adicional.
Cuando
salimos de ver los vestidos, encontramos una mesa donde varias niñas
estaban muy concentradas creando modelos de Frida. Mi hija tiene un
radar especial para los talleres, así que sin dudar, ya estaba más
que puesta para empezar. Nos dieron una Frida de cartón y una bolsa
con varios recortes de tela, adornos y listones. El punto era vestir
a Frida como ella quisiera. Le encantó crear un vestido. Me encantó
verla crear un vestido. Nos encantó vestir a Frida como parte final
de nuestro recorrido por su casa. Fue la cereza en el pastel.
Ahora
Sofía ya sabe quién es Frida Kahlo, y además la tiene pegada en su
pared de creaciones. Yo tengo guardado en mi corazón este recorrido
mágico que compartí con mi hija.
Costo
del taller: $20.00
Para
más información sobre el Museo de Frida Kahlo visiten:
www.museofridakahlo.org.mx
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