Hasta el tercer día me la creí. Cada
paso que daba me sentía cambiada, más vinculada con esta Ciudad que
denomino como propia, mía, testigo de mi vida, acompañante en mi
crecimiento como ser humano, amiga de juegos de mi hija. Esta Ciudad
es parte de mi. Este fin de semana los roles se cambiaron. A cada
paso que daba, yo era parte de la Ciudad.
Por tres días se escucharon los
redobles de un tambor circense. En el último golpe sonoro, las
calles dejaban de ser calles y se volvían un escenario maravilloso.
En mi empresa de cultura portátil: LO QUE SEA, organizamos una
actividad circense en la Plaza Río de Janeiro, para contar la
historia de cómo se fundó la colonia Roma con el Circo Orrín. La
primera vez que hicimos esta actividad no fue fácil, me ganaban los
nervios, más porque yo estoy acostumbrada a estar del otro lado, a
disfrutar como espectadora de las sorpresas que me topo en las
calles, pero no había sido parte de una puesta en escena callejera.
La gente me volteaba a ver, a mi y a mis compañeros . Todos pintados
de circo, con ropas llamativas y haciendo malabares, hula-hula o
simplemente payasadas en la calle. Y aún así, superé los nervios y
los prejuicios. Empecé a gritar: “primera llamada, primera. El
Circo está a punto de comenzar”.
El Circo comenzó y no paró por tres
días. Cada presentación que hacíamos se volvía más divertida,
cada sonrisa que recibíamos de los niños era un incentivo para
seguir haciéndolo. Fuimos parte del paisaje urbano, por unos
instantes las calles se llenaban de colores e imaginación. Un señor
maravilloso, vecino de la colonia, compró una playera de Richard
Bell y nos felicitó por lo que estábamos haciendo. Dos horas
después regresó con una pintura donde estaba un payaso y una
bailarina, la había pintado hace 6 años y nos la regaló. Todos nos
quedamos sorprendidos por la respuesta de la gente.
A cada paso que daba, yo era parte de
la Ciudad. Veía a las mamás con sus hijos, pasando un buen rato,
teniendo una experiencia inusual en su fin de semana. Me vi
reflejada. Como si yo estuviera en el público y Sofía estuviera
disfrutando cada momento de lo que ve. Todo lo que me ha dado la
Ciudad, todas los momentos mágicos, todos los momentos estéticos,
todos los momentos inolvidables. Todo lo que me ha dado, este fin de
semana se lo regresé.
De espectador, ahora soy actor.
Soy parte de la Ciudad. Formo parte de
las cosas raras que pasan en sus calles. Todos lo somos.
Cada paso que doy, afirmo que quiero
vivir aquí, que me gustan las historias que hay que contar de cada
colonia, que quiero procurar esas historias y como lo hicieron
nuestros antepasados, narrarlas para abrir la magia en todo lo que
vemos.
Ustedes ¿cómo se sienten parte de su
Ciudad?
Y yo pude ser parte de eso. Muchas gracias.
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