11.3.11

¡vamos al mercado!


Te platico cómo nos fue el domingo pasado en el mercado. Te recomiendo unas tostadas riquísimas y un café tradicional.

El domingo pasado fuimos al mercado. Vamos muy seguido, pero esta vez fue diferente para Sofía,como que el domingo se dio cuenta de todo lo que era el mercado y los requisitos necesarios para ir y estar en él.
 Primero quería llevar un vestido de domingo. Les confieso que no se me puede quitar la tradición de que el domingo uno saca su vestimenta especial, así sea cambiar los tennis por los tennis menos sucios, pero hay un cambio. Así que Sofía sacó su vestido de domingo y ya estaba lista para ir al mercado. Le dije que mejor el vestido no, que llevara algo más cómodo para que pudiera cargar la fruta y la verdura. Con el vestido le sería más difícil cargar el mandado. Solo escuchó cargar cuando dejó el vestido y se fue a escoger una bolsa especial para el mercado, sacó una mochila y una lonchera. Le dije que mejor lleváramos una bolsa grande y una pequeña para que llevara su dinero. Así que las escogió. Una bolsa de snoppy para las verduras y un monedero con 5 pesos y una paleta.

Las dos nos fuimos con nuestra respectiva bolsa de mandado y monedero al mercado.


Cuando llegamos Sofía estaba maravillada. Me decía: “mira mamá, esta en la calle” su papá le explicó que había diferentes mercados: sobre ruedas, fijos, de verduras, de antigüedades. Nuestra hija estaba muy atenta a la exposición sobre los diferentes mercados y sus funciones.

Cuando entramos, caminábamos por los pasillos y ella se detenía en todos los puestos. Veía los juguetitos de un puesto, las tortillas del otro, las bolsas del de enfrente. Lugo se tapa los oídos de los gritos de “pásele, pásele”. No podía dejar de ver a mi hija descubriendo y reconociendo de una forma más vívida su experiencia en el mercado. Sus sentidos estaban abiertos a todo lo que había a su alrededor.

Llegamos con nuestra marchante de las frutas. Nos recibió con una rebanada de durazno fresquísimo. Mi esposo y yo aceptamos la fruta. Sofía corrió rápido a esconderse detrás de mí. Nuestra marchanta aceptó el rechazo pero no se dio por vencida, le ofreció naranja y nada; después optó por la manzana y sofía salió de su escondite, pero volvió a regresar. La marchanta siguió, ahora con unas uvas, ante eso Sofía no se pudo resistir y las agarró. Un penoso “gracias” salió de Sofía mientras saboreaba las uvas. Después de la conexión entre la marchanta y Sofía, empezamos a pedir la fruta: mamey, mangos, manzanas, granadas, naranjas y al final Sofía se animó a decir “¡y uvas!” así que un paquete de uvas cayó a la bolsa de snoopy de mi pequeña.
 Seguimos caminando y llegamos a las verduras. Pedimos lechugas, elotes, berenjenas, sopa mixta, nopales, champiñones y le pregunté a Sofía si quería chicharos y brócoli que le gustan mucho. Me dijo que sí, a lo que le contesté “pídele al señor, corazón” Sofía muy decidida se paró frente al señor y lo vio. El señor estaba despachando y se movía por todos lados. Sofía lo seguía sin quitarle la vista de encima. Yo a lo lejos le echaba porras: “dile, dile, tu puedes” y le dijo al señor con un tono casi audible “chicharos y brócoli, por favor” El señor se le quedó viendo y luego me volteó a ver para confirmar la petición. Sofía estaba con una emoción que la hacía saltar. Un paquete de chicaros y otro de brócoli a la bolsa de snoopy.

Para terminar fuimos al puesto a granel. Yo pedí unas habas con chile que me encantan y Sofía pidió unas gomitas. También había mole. Sofía lo vió y me dijo “¿qué es esto que parece lodo?” Le expliqué que era mole, que sabía delicioso y que era una tradición de su país.

Regresamos a casa y Sofía no se separaba de su bolsa del mandado. Me ayudó a sacar todo lo que compramos y acomodarlo en la cocina. Le gustó mucho saber que lo que comimos fue lo que ella había pedido horas antes en los puestos sobre la calle.
 Fue un recorrido donde conoció cómo es su comida antes de verla servida en el plato y también reconoció una parte importante de su cultura: ir al mercado, probar la fruta, escuchar los gritos, pedir las cantidades y conocer los productos típicos de México, como el mole, las tortillas, el nopal.

Este fin de semana, les recomiendo que vayan a su mercado preferido. Vayan con tiempo para comprar, pero también para disfrutarlo con sus hijos. Se darán cuenta que viéndolo desde ese punto de vista la gente, los sonidos y la comida se vuelven más coloridos.

Para los papás: ¿A poco no, después de las compras en el mercado, cae bien un taco de carnitas o una quesadillita de tentenpie? Ya sean los tacos del mercado Hidalgo, o las enchiladas del de Jardin Balbuena, o las quesadillas del de Obrero Mundial, todos son deliciosos.
ricas carnitas!
 Hoy les recomiendo que vayan a las míticas tostadas del mercado de Coyoacán, las de pata y las de tinga son buenísimas. Cuando terminen tómense un cafecito en el tradicional Café “El Jarocho”. El de moka es muy rico, tiene un toque de chocolate oscuro con la combinación del café recién tostado. Hasta se me antojó, ¿a ustedes?

Más información:
Café El Jarocho: Cuauhtémoc 134 esq. Allende col. Del Carme Coyoacán

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