17.7.18

Gravity Falls: mis vacaciones de verano


 Ahora que  estamos en plenas vacaciones de verano, mi hija y yo nos dedicamos a descansar y a ponernos al corriente en las series y películas que estaban pendientes en Netflix. 


Una de esas series es Gravity Falls de Disney XD. Mi hija me insistía que la tenía que ver, así que aprovechamos estos días de estar en casa para cuidar al nuevo bebé, y sin ir a la escuela,  para hacer un maratón de Gravity Falls. Nos vimos las dos temporadas completas y debo decir que soy fan.

Gravity Falls: un verano de misterios, creada por Alex Hirsch, cuenta el viaje de verano de dos gemelos, Mabel y Dipper que van a visitar a su tío Stan al pueblo de Gravity Falls donde suceden eventos sobrenaturales. 

La historia está muy interesante, el guión es inteligente con un humor muy particular. Al final se resuelven todos los conflictos que se van presentando. Todos los personajes, por más secundarios que parezcan, tienen un peso significativo en la parte final de la serie. Todos los misterios que vimos en las dos temporadas, cobran sentido para la resolución de la historia. La animación está muy bien hecha, con su propio toque de misterio. Siempre está presente la sensación de misterio o rareza, como si estuvieras viendo un episodio de “La dimensión desconocida” para niños y niñas. El tema musical me encantó. Cada vez que empezaba un capítulo y sonaba el tema musical, Sofía y yo bailábamos sin parar. En fin, es una serie que me atrapó, quería saber qué más pasaba conforme avanzaban los capítulos. A pesar de que ya tiene tiempo que se estrenó (es del 2012) no dejó de sorprenderme.

En temas técnicos de realización me gustó mucho, pero lo que me fascinó fue el mensaje que transmite a lo largo de los capítulos y que la final lo deja más que claro: la amistad y la familia son importantes, qué mejor forma de vivir la vida que en compañía de tus seres queridos. Este mensaje me parece muy valioso, y más que se presente en una serie que parece de terror; pero que en el fondo hay una reflexión de amor y compañerismo muy clara. Gravity Falls fue mi viaje de misterio de este verano, ahora la quiero volver a ver para encontrar más mensajes ocultos y simbolismos que tiene, por lo que me cuenta mi hija, y sí lo creo porque cada capítulo tiene símbolos y símbolos, vaya, que es un universo completo y complejo. 

Me encanta disfrutar este tipo de historias con mi hija; de nuevo, la familia es importante. 


11.7.18

En alguna parte de la ciudad

Una tarde de julio, alrededor de las seis de la tarde; se empezó a escuchar la voz de una mujer que provenía de entre las casas o edificios de la ciudad de México. La voz no decía palabras coherentes a la razón humana, más bien eran sonidos, aullidos; de aquellos que nos hacen recordar que en una parte de nuestro ser sigue estando lo animal, lo salvaje. 

No era dolor, no era queja, era un cuerpo que se abría. Cada hueso, cada músculo, cada célula se abría a una nueva vida. El cuerpo daba paso a que otro ser diera a luz. Las contracciones se fueron de leves a intensas en menos tiempo de lo esperado, ya habían notificado los doctores que el segundo parto sería más rápido. De nuevo, no había dolor, el umbral al dolor era muy alto, así que no se sentía como dolor, ni como contracción, se sentía como una presión intensa, como si el bebé quisiera encajarse lo mejor posible para después empezar a trabajar. 

La intensidad de la sensación de apertura seguía en escalada. Las calles de la ciudad nos abrían paso a las altas horas de la noche, afortunadamente sin tránsito, para llegar al hospital. De pronto, una calle cerrada por construcción. A buscar en el teléfono celular la mejor vía alterna. De pronto, un gran bache que logró mover el coche de forma inesperada; después nos daríamos cuenta que la llanta se tronó. Mi esposo libraba el camino sin importar lo que se nos pusiera enfrente.

 El bebé ya quería nacer, la sensación de empujar con fuerza para salir del cuerpo la sentí todo el camino. Respirar para aguantar un poco más y no dar a luz en el coche. Mi hija, la hermana mayor, fue la mejor doula que pude tener. Ella me recordaba las respiraciones y me apretaba la mano para aguantar.

Llegamos al hospital. Ya estaban los doctores, todo listo. Un empujón. Otro más, el bebé nació. Llegó al mundo abriéndose paso con emoción, amor y mucha aventura, así como es la vida.  

En alguna parte de la ciudad de México, una madrugada de principios del mes de julio, alrededor de las dos de la mañana, empezaba una nueva vida. Un nacimiento más en la gran urbe. Un nacimiento que recordaré con todo mi amor.

 Bienvenido al mundo, corazón.

2.7.18

Les doy la bienvenida.



Ésta semana cambia de nuevo el transcurso de mi vida. Se vuelve más interesante. Porque los cambios, son interesantes; siento que enriquecen este viaje de vivir.

De pronto, en un par de días, cambia de nuevo mi vida para siempre. La vida de mi hija también cambia. Incluso el mundo también se convierte en un lugar diferente. Ésta semana nace el bebé que ha estado creciendo dentro de mí, seré mamá por segunda vez. Mi hija se convierte en hermana. El mundo recibe a un nuevo ser humano.

Me emociona el solo hecho de pensarlo; pero también, como todo cambio, me hace experimentar la idea del miedo, de la expectativa. Es una nueva aventura, un nuevo capítulo que tardó once años en escribirse. Ser mamá a los 24 años, no es lo mismo que a los 35; ni de cuerpo, ni de mente, ni de búsquedas. Ahora todo lo he sentido tan consciente, que tal vez por eso veo tan claro el cambio que se viene de frente.

Como contradicción de todo esto (porque no puedo evitar la riqueza de la contradicción humana), ese miedo, esa expectativa me han guiado a disfrutar el momento como es: Disfrutar a mi hija hablándole a la panza que se mueve. Disfrutar mi cuerpo que cambia cada día. Mis manos que se sienten adormiladas como reacción directa al embarazo. Mi falta de concentración y memoria. Mis ganas de dormir constantes. Mi despreocupación por el mundo exterior. Mi idea de cómo será bebé cuando nazca. Mi emoción de reconocer, una vez más, la ciudad de México con este nuevo ser. El aprender a ser mamá de dos. El acompañar a mi hija a ser hermana. El acompañar a mi futuro hijo o hija a ser familia.

Que todo esto y más lo siga disfrutando.
Que vengan las nuevas experiencias.
Que venga el cambio de vida.
Que los aprendizajes de amor sigan existiendo.
Hoy más que nunca, les doy la bienvenida.