9.6.16

Las aventuras de Julia y Mateo


Un día se me ocurrió empezar a escribir una historia sobre la convivencia entre una niña y un niño. Estos encuentros con el otro género y las sorpresas que nos llevamos cuando lo que parece tan estructurado y dado, en la realidad no es así.


Todo empezó cuando mi hija (9 años) me contó que en su escuela ya empieza el tema de los novios y las novias, a lo que yo le pregunté que qué opinaba de eso. Sofía me contestó que no sabía, que de hecho estaba confundida porque no tenía muy claro qué era un novio. Nos pusimos a platicar más del tema y en la conversación mi hija se dio cuenta que todas las películas tenían el tema del novio/a, o que la chica se enamora del chico o al revés. Le pregunté que ella cómo veía a sus compañeritos de la escuela y me contestó que como amigos, que ahorita no quería nada más. Así que la plática se fue a la gran aventura de tener amigos niños, descubrir cómo ven el mundo, convivir sin el tema de lo “romántico” que ahorita era algo muy confuso para ella; mejor ir paso a paso, encontrando amistades entre niñas y niños.


Esa misma tarde se aparecieron en mi mente Julia y Mateo, empecé a escribir su historia. Un niño que le gusta cocinar y una niña que le gustan los dinosaurios. Julia descubrirá en Mateo que no todos los niños son como ella cree y Mateo descubrirá en Julia otra forma de ser de las niñas.


Porque los géneros son normas culturales, no una ley de vida. Julia y Mateo vivirán la aventura de descubrir la amistad desde sus diferencias.


Terminé de escribir el primer capítulo de Las aventuras de Julia y Mateo y corrí a leérselo a mi hija. Le gustó mucho y me dio la pauta para más aventuras y el título del siguiente capítulo (ya se enterarán cuál es). Mi idea era escribirlos y publicarlos, pero por esas fechas grabé un cuento para un taller y una amiga me dijo que era una muy buena idea seguir con los audiocuentos para estimular la imaginación, así que Julia y Mateo se volvieron audiocuento.


Aquí les mando el primer capítulo de Las aventuras de Julia y Mateo. La forma en que esta hecho el cuento es que les presento la historia y al final hay unas preguntas para el público; esas preguntas (o pueden crear otras también) las pueden usar para profundizar en el mensaje. El tema que trabajo en este capítulo es: la igualdad.


Así que ahí va: Audiocuentos PAPÁSDF presenta Las Aventuras de Julia y Mateo. Capítulo uno; Julia y las Galletas. ¡Que lo disfruten!

2.6.16

Coyoacán: Ver pasar el tiempo.


Estábamos sentadas viendo pasar el tiempo. No fue planeado, fue un momento espontáneo que el barrio de Coyoacán nos regaló, como si nos dijera: “si vienen a visitarme, disfrútenme como se debe”.

Primero caminamos el empedrado de Francisco Sosa, sentimos su pasividad paso a paso, hasta que llegamos a la Plaza Hidalgo donde la vendimia de fin de semana nos llevó a otra forma de disfrutar el barrio, “Parece que estamos fuera de la Ciudad” me comentó Sofía. Eso es lo peculiar de esta zona. Le conté que así era antes: el barrio de Coyoacán era una provincia fuera de Tenochtitlán, y sigue teniendo su encanto por eso.

Los churros rellenos no podían faltar, el chocolate caliente y el café de olla del Jarocho, tampoco. Mientras disfrutábamos los sabores del barrio, nos sentamos en una banca a estar, solo estar. En silencio (o más bien, con la boca ocupada entre el churro, el chocolate y el café) encontramos un momento de ver pasar a la gente y disfrutar la arquitectura de la plaza: nos encontramos estando en Coyoacán.

El tiempo pasó. Más de una hora estuvimos estando.

Hace mucho no me sentaba en una plaza pública o en cualquier lugar a disfrutar el solo estar; el ver pasar el tiempo sin más. Para Sofía, creo que es la primera vez que lo hace tan consciente de que no estaba haciendo nada más que estar. Le encantó, quiere regresar este fin de semana.

Buen momento, dádiva que nos regaló Coyoacán; barrio mágico que nos abrazó en todo momento


Para papás y mamás: Dentro de la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles está el restaurante Aurelia. Me gustó mucho porque puedes disfrutar la vista y la brisa del jardín que rodea la casa de cultura. La comida está rica y a buen precio. Es un lugar bueno, bonito y barato. Además, hijos e hijas se la van a pasar muy bien inspeccionando todo el jardín. Mi hija pasó un buen rato viendo a las ardillas y tomando foto de las esculturas que adornan el lugar. Una amiga me lo recomendó y le agradezco su descubrimiento.