27.11.19

Me hago responsable

Debo ser sincera, el tema me está costando trabajo. No es un tema menor, tampoco es sencillo. Es algo que toca mis entrañas, mi sentido de vida. Las protestas del 25 de noviembre, en la Ciudad de México, para erradicar la violencia contra las mujeres. Me cuesta trabajo el tema. Procesarlo, tratar de entender, asimilarlo.


Hay algo que no me convence. Hay algo en todo éste panorama, que mi intuición prende su foco rojo. Ese que cuestiona, que entra en conflicto, que no se la cree. 

Por un lado, la idea de que violencia genera violencia. El enojo es necesario, el alzar la voz es fundamental. El caer en estados alterados de conciencia por el enojo; el violentar en grupo, me causa ruido porque eso es lo hegemónico que se está poniendo en disputa. No hacernos valer como seres humanos, sino como un grupo que puede ser violentado, ahora solo puesto del otro lado, un grupo que puede violentar. 

La violencia se da desde un esquema machista. Violencia es violencia, sin importar el género que la establezca. Violencia es un paradigma hegemónico machista, sin importar qué sexo lo ejerza. 

De violencia no hablo de pintar monumentos. Una parte de mí se cuestiona la finalidad de pintar monumentos, más allá del significado de señalar al Estado. La ciudad también soy yo, los monumentos también son de mi hijo y mi hija; no solo se reducen al Estado. Pero lo entiendo, hay que hacer el acto de señalar y así salió. 

De la violencia que hablo, no está ahí, en pintar monumentos. Es la energía que queda en mí cuando cometo un acto de violencia; esa sensación de que el Ego se ensancha, se sacia con un químico mental, se llena de adrenalina, hace que mueva todo mi cuerpo, y que destruya justificando que es mi derecho a expresarme. Pupilas dilatas, corazón latiendo más rápido, sensación de poder, la acción de abusar de ese poder. Esa violencia que destruye y solo rebota en mí. Va creciendo en mi interior, buscando otra dosis porque se sintió bien. Sí, fuí mujer generadora de violencia, se cómo se siente, conozco las consecuencias del abuso del poder.
Hermanas Mirabal. ONU Mujeres

La violencia destruye. El enojo propone. Mi enojo recuerda a las hermanas Mirabal, activistas asesinadas en República Dominicana, un 25 de noviembre de 1960; así la ONU decreta como día para eliminar la violencia contra las mujeres. Mi enojo abraza el recuerdo de las mujeres que no llegaron a casa, o que en casa las mataron. Mi enojo visibiliza la búsqueda de la definición a partir de lo que establece el hombre, tanto en libertad como en sumisión; es hora de dejar de demostrar al hombre lo que puedo o no puedo hacer. Ya se que puedo gritar, desgarrar, pegar. El tema es creérmela que puedo, honrarme a mí misma.

La violencia hace que todo se quede en una experiencia, es fugaz. El enojo me lleva a querer actuar, a hacerme responsable.

Me hago responsable de mis introyectos, de aquellas historias que me creí, de la educación que decidí obedecer y que poco a poco estoy aprendiendo a desobedecer y conectarme conmigo.

Me hago responsable de mi hija. Que no busque quién la cuide (ni un hombre, ni una mujer, ni el Estado), sino que se ame tanto, que sepa que ella tiene la capacidad de cuidarse a si misma; sin dejar de tener una relación nutricia con quienes le rodean.

Me hago responsable de mi hijo. Que el ser hombre no lo determina como machista. Que el ser hombre no se le convierta en un adjetivo calificativo degradante. Que disfrute y crezca desde su ser dual. 

Me hago responsable de mi lugar en la sociedad. Acompañar a mujeres en su propio proceso de transformación.

Me hago responsable de mi legado histórico. Agradezco al primer movimiento feminista por sacar la violencia del entorno familiar, para evidenciarlo a nivel social. Me hago responsable de llevar ésta voz de regreso al entorno familiar; no para ocultar la violencia, sino para transformarla desde la Ética, desde mis propios actos, desde mi propia casa. 

Me hago responsable. Lo asumo. Lo honro. 

18.11.19

Mis hijos crecen y yo cambio.


Una hija de 12 años y un hijo de 1 año son dos mundos completamente diferentes, pero a al vez no tanto. Mientras que con Sofía hablo de la filosofía de la vida, de películas que ya puede empezar a ver, de cómo convive con sus amigos y amigas; sin dejar de lado el tema de los novios, por supuesto. Con Fermín, estamos en la etapa de empezar a caminar, le salen más dientes y ya quiere empezar a hablar.

Los dos en diferentes etapas, pero están viviendo un paso más de independencia. Los dos están cambiando. Pero lo más importante, es que yo me estoy dando cuenta de cómo vivo esos cambios en mí.

Hace un par de semanas les platicaba de la tristeza y el duelo por terminar la lactancia. También se me juntó con la tristeza y el duelo de que mi hija dejara la primaria y pasara a la secundaria. Esos cambios en ellos, también traen cambios en mí. Es como si cada etapa de su vida, yo me adaptara, y cuando entran a otra etapa, yo también cambio con ellos, para ayudarlos a desarrollarse, apoyarlos en sus nuevas necesidades.

Todo esto sumado con mi propio crecimiento y desarrollo. Cómo vivo mi vida a los 36 años, mis sueños, mis necesidades, mis experiencias. Éstos tres caminos: el de mi hija, el de mi hijo y el mío se juntan, es un estado complejo, pero a la vez interesante.

¿Les ha pasado? ¿Han sentido que el crecimiento de sus hijos, trae un cambio en ustedes? ¿Lo han platicado?

Es un tema importante para abordar, a veces también mis propios cambios no van de la mano con las etapas de mis hijos. Como en semanas pasadas, que yo quería que Fermín siguiera siendo bebé, y Sofía siguiera siendo niña de primaria. No estaba lista para el cambio. Por eso es importante platicar, encontrarnos con otras mujeres que han vivido o están viviendo lo mismo. Hacer comunidad.


Por eso, el 4 de diciembre, damos inicio a un grupo de encuentro para mamás de cualquier edad, con hijos e hijas de todas las edades, para platicar de los cambios que vivimos, en el crecimiento de nuestros hijos e hijas.

Para que ellos y ellas estén bien, es importante voltearnos a ver a nosotras. ¡Acompáñanos!

Más información:
Grupo de encuentro: El crecimiento de mi hijo/hija y los cambios en mí.
Inicia: miércoles 4 de diciembre 11-13hrs.
Col. Roma
Inscripción por WA: 0445539550784
Costo por sesión: $100.00

11.11.19

Una noche de encuentro


El sábado fuimos al paseo nocturno Celebrando la Eternidad en la primera sección del Bosque de Chapultepec. Fue una experiencia llena de emociones.


Primero, hicimos una fila de casi una hora para poder entrar. Para Sofía fue una inmersión a la cultura de la ciudad de méxico; los sonidos de “vara, vara”, la vendimia de palomitas, papitas, refrescos, decorados de día de muertos, en fin, era una verbena. También aprovechamos el momento para platicar: cómo iba en su escuela, qué tal sus compañeros y compañeras, cómo le va en la vida. Terminamos cantando “Welcome to de Jungle” de Guns and Roses. Sí estábamos en la jungla de asfalto, más que divertidas. Lo bueno es que a Fermín, a su papá y a mi suegra, los dejaron entrar antes por ser bebé, acompañante y de la tercera edad; así que nos esperaron sentados y ellos también disfrutaron la espera en Chapultepec.

Entramos al paseo nocturno. La iluminación y las decoraciones eran bastante interesantes. Me gustó mucho caminar en Chapultepec de noche. Hace años que no iba. Fermín estaba atento a todo lo que veía; un Xoloitzcuincle, las calaveras garbanceras o catrinas, la música, incluso las lloronas que se aparecían sobre el lago.



 El final del recorrido era una mega ofrenda en el lago de Chapultepec, donde cantaba un maricahi en vivo y pasaban fotos de diferentes personas que habían fallecido. La dinámica es que días antes, podías entrar a la página de internet del paseo nocturno y subir la foto de tu familiar, llegando al recorrido dabas un código y así aparecía la foto de tu familiar en la mega ofrenda. Me conmoví mucho al ver las fotos: abuelos, tíos, niños, amigas, mamás, papás, abuelas, bebés; en fin, ahí estaba el familiar de alguien, ahí le cantaban los mariachis una última canción por ésta noche. Fue como compartir un momento íntimo todos juntos.

Me gustó mucho la idea, la disfruté bastante con mi familia, pero me quedé con ganas de más. Espero que el próximo año la vuelvan a hacer, con más ofrendas, más actividades, más todo; porque la experiencia es maravillosa y da para más.

Mientras tanto, regresamos al mundo de los vivos, con nuestros seres queridos en el corazón, recordando que tuvimos una noche de encuentro en el Lago de Chapultepec.

5.11.19

De la teta, a la mano.


Por un año alimenté a Fermín. Fue un encuentro sencillo, los dos nos acoplamos bastante bien. Sus horarios eran bastante amigables y me lo llevaba a todos lados. Éramos un buen equipo.

Cada vez que le daba de comer, se paraba el mundo, había una conexión completa. Yo decidí, que la mayoría de las veces que le daba teta, no hacía otra cosa, más que estar con él, hablándole, viéndolo, cantándole, estaba con él, acompañándolo. Si estaba trabajando y le tocaba su toma, le daba de comer y nos agarrábamos la mano y lo acariciaba. Nos acompañábamos todo el tiempo.

Llegó el momento del destete. Le platiqué qué iba a pasar, hicimos el ritual de despedida, le escribí una carta, nos tomamos una foto. De hecho, Fermín ya casi no tomaba teta, así que también fue una despedida muy orgánica y sencilla; para él.

Para mí fue más complicado. Tardé dos meses en entrar en contacto con mi duelo. De pronto lo sentí y por varios días no supe qué hacer. Una tristeza profunda. Una sensación de haber perdido el sentido de mi vida. Una idea un poco extraña, porque también tenía otras cosas y amores en mi vida: Sofía; muy importante, mi maestría, el Yoga, la vida en casa, el trabajo en la Fundación, en fin. Tenía más que ofrecer al mundo; pero de pronto, el dejar de dar teta era una pérdida muy dolorosa.

En estos días de tristeza y duelo, Fermín empezó a caminar. Me empecé a dar cuenta que ahora me buscaba, no para darle de comer, sino para ayudarlo a caminar, ser su sostén. Entonces recibí y acepté el mensaje: Dejé de ser la fuente de alimento físico, para ser la fuente de alimento emocional. Ahora me toca ser su sostén, para que él empiece a caminar en el mundo.

Así de sabia es la naturaleza. Venía de un quiebre existencial, de dejar de ser la teta de mi hijo, para ser su mano de apoyo. Así vamos cambiando, así vamos creciendo. Sí, acepto lo que ahora me toca, querido Fermín. Te acompaño, te guio y te sostengo.

Ahora ya puede caminar completamente sólo, ya va de aquí para allá descubriendo los diferentes rincones de la casa. Cuando pierde balance, busca mi mano, y encuentra soporte.

Ahora le gusta mucho salir a la calle y caminar. Esta descubriendo su ciudad. Vamos juntos, agarrados de la mano, a veces también con su hermana Sofía. Vamos los tres acompañándonos en el camino.