13.3.23

Todo, al mismo tiempo.


 La crianza. La típica pregunta “¿lo estoy haciendo bien?”, la respuesta que consuela “lo estoy haciendo lo mejor posible”. En el fondo, sigue la pregunta latente: “sí, ya se que lo estoy haciendo lo mejor posible, pero ya; la verdad, la verdad…¿lo estoy haciendo bien?”. Es un cuento sin fin. Pareciera que no es suficiente. El temor al error. Esa duda sigue ahí, hasta que se pone en evidencia. La duda de las relaciones humanas, más a parte la duda de las relaciones entre familia. ¿Cómo se va construyendo la relación? ¿cómo va cambiando; evolucionando? 

Por eso la película “Everything everywhere all at once” (todo en todas partes al mismo tiempo) es una joya. 

Ganadora de varios premios Oscar, incluyendo mejor película y mejor director; Everything everywhere all at once, fue para mí un momento de catarsis. Como si alguien pusiera en varios universos, entre peleas estilo Kung Fu, pláticas existenciales y la idea de salvar al mundo; la pregunta entre líneas: “¿lo estoy haciendo bien?” “¿cómo está evolucionando la relación con mi hija?”. Todo está pasando al mismo tiempo, las diferentes percepciones de la comunicación. Las pláticas deseadas, el perdón, la lucha, el caer, el volverse a levantar, el darse cuenta que la mamá es humana y al mismo tiempo sigue intentando, los sueños familiares, la fuerza de la realidad que no deja avanzar. Todo sucede al mismo tiempo, porque la vida no para y si se cae una piedra, nos caemos todas para salvarla. Así es la familia.

En todas partes, al mismo tiempo. Todo. Cada quien poniendo de su parte. Tratando. Buscando. 

Terminamos viendo la película mi esposo, mi hija y yo con lágrimas en los ojos y una sonrisa de gratitud. Gracias por ponerlo en evidencia, gracias por hacerlo divertido, gracias por hacerlo profundo. Gracias por contar la historia.


5.3.23

Hablemos de adolescencia



Resulta que sucedió la pandemia. Aquel momento que nos llevó a un cambio de vida, o tal vez de pensamiento, o incluso de creencias. La pandemia. Ahora 3 años después vuelvo a escribir. Tres años que ha pasado de todo: la adolescencia de la hija, la primera infancia del hijo, el mudarme de casa; de ciudad. Pasé de ser chilanga a ser caribeña, pasé de una hija que le gustaba hacer manualidades a una hija que, por un momento, me pidió que le llamara hije y empezar a definir si era binaria, no binaria y demás temas que por más que me defina como libre pensante, no termino de entender; aprendiendo día a día. Con un hijo que trae una pila a todo lo que da, que creció los primeros años de su vida en casa, con el uso del cubrebocas como algo normal…pandemia. Alicia ahora tiene 16 años, Fermín tiene 5 y yo estoy por cumplir 40. Cómo pasa el tiempo.

Entonces, hablemos de la adolescencia. Antes les platicaba, queridos lectores y lectoras, de cómo curar la cruda, siendo papás y mamás jóvenes. Ahora le platico a mi hija cómo tomar sus precauciones cuando va a una fiesta. Viviendo el día a día en Chetumal, Quintana Roo. Sale con sus amigos y amigas, ya en su tiempo, en su ritmo, con sus crisis. A veces compartidas, a veces silenciadas, pero que me doy cuenta que ahí están, y solo la abrazo. Sin más, dándole su tiempo a procesar. Dándome mi tiempo a entender que la relación cambió. Que así es el proceso. Recordando mi propia adolescencia: Los fines de semana en Rock Stock en avenida Reforma, haciéndome pasar por mayor de edad para que me dejaran entrar, creyendo que me las sabía de todas, todas. Su adolescencia, me conecta con procesar mi adolescencia.Ustedes, que nos hemos acompañado en ésta lectura desde hace años, y que seguro sus hijos e hijas, están por la mismalecturasómo les va con el tema la adolescencia, entre teléfonos, videojuegos, vida virtual y convivencia presencial. Cómo les fue en la pandemia.

Por otro lado, me da gusto que haya más  espacios en redes sobre la maternidad. Sigamos abriendo más  espacios para las maternidades y las paternidades; por que esto de la crianza se necesita procesarse en comunidad. Mientras tanto, yo sigo con piercings, tatuajes y salidas de fin de semana, en mi propio proceso de crecimiento, acompañando a mi hija y a mi hijo en su camino, un día a la vez.

Ustedes, ¿cómo viven su crianza hoy?

Feliz de regresar, nos seguimos leyendo.