14.2.19

El festival musical de PapásDF.


Ya sin pensarlo, empiezo a cantar la canción. Es inmediato. Cuando veo a mi hija, siento la energía de volver a cantarla. Como si las dos compartiéramos el ritmo, y la buena vibra de la tonada. Llevamos dos semanas así, y no veo una fecha que se termine. Cantamos y cantamos la canción de “The night begins to shine” que aparece en las caricaturas de los Jóvenes Titanes. 




La caricatura es divertídisima. Es un momento que disfrutamos Sofía y yo. Reímos a carcajadas; pero la canción es todavía mejor. O, tal vez, yo ya le agarré cariño, porque ha sido una forma de relacionarme con mi hija. Como compartir un chiste local.



Me di cuenta que tenemos varias canciones que hemos compartido mientras vamos creciendo, yo como mamá y ella como hija. Vamos conociendo diferentes artistas o nos vamos compartiendo gustos: ella me enseñó a Gorillaz y yo le compartí a los Beatles. Así cantamos, bailamos, nos reímos y sigue la música, cual festival, sin parar.



Tanto hemos compartido, y que también he publicado en éste blog, que empecé a hacer una playlist en Spotify. Ésta lista, no va ni a la tercera parte, pero ya tiene unos ritmos interesantes que canto con mi hija, y ahora también empiezo éste viaje con mi hijo, mientras disfrutamos de nuestra vida en la Ciudad de México.



Así que, les comparto la playlist. Si tienen sugerencias para sumarle a la lista o algunas canciones que nos quieran compartir, ¡son más que bienvenidos!

Aquí la playlist: 

4.2.19

Un libro. Amazon. Spotify. La Caída de la Armadura


Ésta historia se cuenta en doce capítulos. Cada uno es una mujer en mi vida, en mi corazón, pero sobre todo en mi mente. Son mujeres inspiradas en personas de mi familia, en amigas y en mí misma para entender qué significa ser mujer hoy.

Un libro que me llevó tres años escribir. Que empezó como un trabajo autobiográfico y que se convirtió en la voz de muchas mujeres. Cuando le contaba a mis amigas de qué iba la historia, se sentían tan identificadas, que de pronto se tornó en un coro generacional. ¿Cuándo sucedió que mi generación construyó la armadura? ¿cuándo es necesario dejarla caer? De esto habla el texto, a través de las vivencias de Ana Selene, la heroína de su propia historia.

La Caída de la Armadura es un libro de transformación. Una invitación a vernos mujeres desde otro lugar; y también hombres. Conozco varios hombres que han leído el libro, y los ha llevado a reflexionar y perdonarse. También es un libro de perdón; de voltear a ver a la madre, a la familia, a nosotras mismas, desde el perdón y el amor. Es un viaje muy personal.

También una vinculación a las nuevas generaciones: La  portada del libro es un dibujo de mi hija. Terminó el dibujo el mismo día que yo terminé de escribir. Ella dice que es una mujer caminando hacia una cascada; yo vi una mujer caminando hacia un árbol. Ella no sabía qué estaba escribiendo, pero al parecer estábamos vinculadas. En cuanto vi su dibujo me conecté con él, como si hubiera puesto en trazos lo que yo puse en letras. Le pedí autorización de usarlo como portada. Ella ha sido la mujer clave para mi camino de transformación.

El texto tiene muchas referencias a películas y a grupos de Rock. También a viajes a diferentes partes del mundo. Esto hace que sea una lectura muy entretenida. ¡Yo disfruté tanto escribirlo!

El año pasado imprimí 100 ejemplares y se vendieron en dos semanas. Ahora sale a la venta en Amazon, la versión ebook para que llegue a más gente. Al mismo tiempo, que realizaré un grupo de estudio para analizar el texto juntas, de manera presencial y desde la propia experiencia. Empezamos el 9 de marzo de 11-14 hrs en la Col. Roma.


Les invito a que lean La Caída de la Armadura y me acompañen al grupo de estudio. Me dará mucho gusto compartir éste proceso con ustedes.

Para ver el libro en Amazon, da clic aquí.
 También escuchen la Playlist en Spotify #LaCaídadelaArmadura

1.2.19

Una mancha que me hizo recordar.



Le pregunté al pediatra de mi hijo sobre la mancha azul que tenía en la espalda baja. Recuerdo que mi hija también la tenía cuando era bebé, pero a once años de distancia, ese tipo de información se me había olvidado, así que le pedí al doctor que me ayudara a recordar. ¿Por qué tenía esa mancha en la espalda? Parecía como un moretón, se me ocurrió que era porque estaba mucho tiempo acostado, pero así es como están los bebés ¿no?, o ¿yo me había pasado de tiempo?

Su respuesta fue fascinante. En primera me tranquilizó, como buen pediatra ante una mamá por segunda vez primeriza; me dijo que no me preocupara, que era normal. Me explicó que esa mancha se llama comúnmente mancha mongólica y es un indicio de que hay información genética indígena, desde los primeros habitantes que cruzaron el Estrecho de Bering, que venían de Mongolia y se convirtieron en los primeros pobladores de América.

Eso me emocionó. Que mi hijo tuviera sangre indígena me encantó, pero que además fuera una información genética que ha pasado de generación en generación, me pareció como si la Historia siguiera viva en él, en mí. De alguna forma así es.

El pediatra siguió con la explicación, ya que me vio muy interesada en el tema. Me contó que hay otro tipo de mancha, que comúnmente le llaman Mancha Europea, que es de color rojizo y la mayoría de las veces aparece debajo de la nuca. Ésta información de los pobladores de Europa.

Las dos manchas, la mongólica y la europea, en la mayoría de los casos, desaparece a los 10 años de edad. De ahí se borra la Historia en nuestro cuerpo, pero habría que recordar. Por más occidentales, citadinos, modernos que nos consideremos, ahí hay información que lleva siglos reproduciéndose. Además, de que somos una mezcla de razas en el cuerpo; por más que en la mente nos queramos contar otra historia.

La familia de mi esposo y la mía son del Medio Oriente, con unos toques de Veracruz por allá y de Yucatán por acá; pero también, sin saberlo, tenemos sangre originaria. Eso me llena de orgullo. Pasárselo a mis hijos, de felicidad.

La Mancha Mongólica me hace reflexionar cada vez más que todos y todas somos iguales. Me lo recordó mi hijo de 6 meses a través de su cuerpo; ahora me toca recordárselo yo a él, a través de su crecimiento y su vida.

Respetarnos, comprendernos, procurarnos.