2.7.18

Les doy la bienvenida.



Ésta semana cambia de nuevo el transcurso de mi vida. Se vuelve más interesante. Porque los cambios, son interesantes; siento que enriquecen este viaje de vivir.

De pronto, en un par de días, cambia de nuevo mi vida para siempre. La vida de mi hija también cambia. Incluso el mundo también se convierte en un lugar diferente. Ésta semana nace el bebé que ha estado creciendo dentro de mí, seré mamá por segunda vez. Mi hija se convierte en hermana. El mundo recibe a un nuevo ser humano.

Me emociona el solo hecho de pensarlo; pero también, como todo cambio, me hace experimentar la idea del miedo, de la expectativa. Es una nueva aventura, un nuevo capítulo que tardó once años en escribirse. Ser mamá a los 24 años, no es lo mismo que a los 35; ni de cuerpo, ni de mente, ni de búsquedas. Ahora todo lo he sentido tan consciente, que tal vez por eso veo tan claro el cambio que se viene de frente.

Como contradicción de todo esto (porque no puedo evitar la riqueza de la contradicción humana), ese miedo, esa expectativa me han guiado a disfrutar el momento como es: Disfrutar a mi hija hablándole a la panza que se mueve. Disfrutar mi cuerpo que cambia cada día. Mis manos que se sienten adormiladas como reacción directa al embarazo. Mi falta de concentración y memoria. Mis ganas de dormir constantes. Mi despreocupación por el mundo exterior. Mi idea de cómo será bebé cuando nazca. Mi emoción de reconocer, una vez más, la ciudad de México con este nuevo ser. El aprender a ser mamá de dos. El acompañar a mi hija a ser hermana. El acompañar a mi futuro hijo o hija a ser familia.

Que todo esto y más lo siga disfrutando.
Que vengan las nuevas experiencias.
Que venga el cambio de vida.
Que los aprendizajes de amor sigan existiendo.
Hoy más que nunca, les doy la bienvenida.

2 comentarios:

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