23.9.18

Esto que llamamos México

 
imagen publicada en estadomayor.mx
 
Esto de las fiestas patrias me emociona, aunque ya hayan pasado. Tal vez porque mis papás son militares y me inculcaron el amor a los símbolos patrios. Recuerdo que todos los 15 de septiembre subíamos a la azotea de mi casa. Mi papá subía la televisión. Ahí, en lo más alto de la casa, veíamos cómo el Presidente en turno daba el grito de Independencia. Cuando salía la bandera y sonaba el Himno Nacional, mi mamá nos ordenaba que nos pusiéramos de pie, saludáramos a la bandera reflejada en la televisión y cantáramos en voz alta el Himno Nacional. Desde ese entonces, es inevitable emocionarme cada vez que canto el Himno.

Después del grito y la ceremonia cívica, veíamos los fuegos artificiales que hacían eco en el cielo de nuestra azotea. Vivíamos relativamente cerca del Zócalo, así que se alcanzaban a ver las figuras y colores que lanzaban desde Palacio Nacional.

Ayer que vi publicada la nota publicada en Estad Mayor de “Una crónica a través de las redes sociales: el #DesfileMilitar #16De Septiembre” (http://www.estadomayor.mx/85613), me hizo recordar mi infancia. La mayoría de las veces veíamos el desfile en la televisión y luego íbamos muy cerca del Hospital Militar para ver a las tropas regresar después de una larga jornada de marchar en el desfile. Mis papás siempre tenían una anécdota, un recuerdo de las veces que les tocó a ellos desfilar: una vez mi mamá estrenó botas en el ensayo del día anterior, y se le ampollaron los pies hasta que le sangraron, pero al siguiente día marchó, dice que es el mejor desfile que recuerda. Otra vez, en uno de los ensayos, mi papá estaba marchando, cuando vio pasar a mi mamá; mi papá, por voltearla a ver, se tropezó en una zanja y se fracturó el pie, se lo tuvieron que enyesar y no pudo marchar.

Anécdotas ciertas o tal vez algunos mitos; lo que sí es que me encantaba ver la otra cara del desfile: la de las personas que se veían tan cercanas y familiares, porque de alguna manera así eran, ya eran parte del imaginario de mi familia.

Veo las fotos y los videos que recopila EstadoMayor.mx y recuerdo esa sensación de cercanía. De que independientemente del uniforme, e incluso por el uniforme, éstas historias me maravillan, se vuelven parte de mi familia. El piloto que saluda a sus papás desde el aire, sí él lo logró, llegó a ser piloto militar. La banda que toca una de Juan Gabriel, porque están contentos, porque es un día de compartir con la comunidad. Las y los soldados saltando de alegría por el final del desfile, lo lograron, un año más. Llegando en metro. Llegando a su día. Llegando a su razón de ser y estar, por esa idea tan compleja que es cuidar a México, más ahora, más compleja.

Por mucho tiempo renegué del mundo militar. A veces, todavía no logro entender su mística. Lo que me queda claro, es que hay una emoción que nos mueve, la idea de un país independiente, la idea de una comunidad que se une. Ahora me toca enseñarle eso a mis hijos. Esa es mi labor ciudadana; para que los siguientes 16 de septiembre, sigamos celebrando en familia (militares, civiles, en fin, seres humanos) por esto que llamamos México.

Para leer la nota “Una crónica a través de las redes sociales: el #DesfileMilitar #16De Septiembre” da clic aquí.

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