21.5.13

Un pastel que no olvidaré.

Les platico de un momento difícil con Sofía y les recomiendo un taller de Disciplina Positiva.

Sofía no paraba de llorar. Parecía que mientras la trataba de contener y hablar con ella, más se negaba a escuchar y más lloraba. Todo empezó con su pastel de cumpleaños, que al principio no quería partirlo. Su papá y yo respetamos su decisión, aunque en lo personal me sentí entre triste y apenada porque todos sus amigos y familia estaban más que listos para cantarle las mañanitas. En fin que tomamos la decisión de partir el pastel sin la festejada. Pero de todas formas decidí ir a hablar con mi hija, para saber lo que pasaba.

Un minuto antes la había visto correr feliz y ahora estaba enojada porque un amiguito se había portado mal. Pleitos entre niños que no terminas de entender, así que estaba llorando en una esquina del brincolín. Me acerqué para hablar con ella y empezó a soltar manazos y patadas, le dije de la manera más tranquila pero determinante que no hiciera eso. Sumarle la intensidad del momento a que era un evento social, donde ella era la protagonista. Por un instante eso me preocupó, pero después entré en conciencia y me di cuenta que no importa el exterior, lo importante es aprender a solucionar los conflictos, así que me empoderé y me quedé a un lado de Sofía, diciéndole que lo más importante es que ella estuviera bien, le platiqué del cariño que tenía alrededor de ella y que los problemas entre amigos se solucionaban de diferente manera. Lo más importante: que las formas de sacar el enojo no eran pegando, sino hablando.

Hasta aquí, íbamos bien. Sofía se tranquilizó, me contó todo lo que había pasado y le repetí que lo importante era todo el cariño que había a su alrededor. Nos abrazamos y quedamos que íbamos a cantar las mañanitas. En cuanto vio el pastel, que le faltaban algunos trozos, empezó a llorar. Llorar, llorar, llorar, llorar. No había manera de que se controlara. La abracé, no fue suficiente. Le hablé, no fue suficiente. Decía que quería ir a la pastelería por otro pastel. Lo que le contesté que era imposible (cabe mencionar que su pastel era de tres pisos, con mariposas rosas pegadas alrededor y comprado por su abuela. El presupuesto de la fiesta no daba para otro pastel), le repetí que era imposible que había que valorar lo que teníamos. Sofía seguía llorando.

La mitad de la fiesta se fue.

Le dije que ella propusiera cómo solucionarlo, otra opción aparte de ir a comprar otro pastel. Me dijo que lo pegáramos con resistol, por obvias razones le dije que eso no se podía, pero que le proponía decorarlo de tal forma que no se viera la parte partida. Le dije que yo era una “experta” en arreglar cosas, así que mientras ella jugaba con sus amigos, yo le arreglaba el pastel. Ante eso, Sofía me contestó: “no, yo quiero arreglar mi pastel”. Así fue. Yo me di un respiro de los 40 minutos de llanto y contención. Cuando salí de la cocina, Sofía ya estaba arreglando el pastel. Le puso unas servilletas de flores para que se viera lindo y unas flores del jardín para que luciera mejor. Todas sus amigas le dieron las mariposas que estaban en el pastel y las pusieron donde estaban. De pronto se volvió la niña más feliz del mundo, con Su Pastel.

Todos los invitados, llenos de amor y comprensión, se pusieron alrededor de Sofía y su pastel y le cantaron las mañanitas. Yo me quedé a un lado, solo viendo. Vi a mi hija superar una crisis. Me vi a mi a un lado de mi hija, guiándola. Vi a Sofía. Me vi a mi misma. Las dos crecimos juntas en ese instante. Un pastel lleno de enseñanzas: Hay que hacernos responsables de nuestras decisiones. Hay que valorar lo que tenemos. No siempre habrá otro pastel. Hay que solucionar, con nuestros medios, aquello que pensamos que es imposible de solucionar.

A mi me dejó una enseñanza vital: el tiempo que sea necesario, lo tomaré para guiar a mi hija a través del amor y la gratitud. Sin importar las circunstancias externas o sociales, el tiempo que sea necesario para que Sofía encuentre solución a sus conflictos. Yo estaré ahí para guiarla.

Una amiga me dijo: “Este pastel nunca lo olvidará”. Yo tampoco lo haré.


Para papás: ¿A ustedes les ha pasado algo así? ¿Qué hacen cuando sus hijos hacen berrinche? Anduve investigando y el proyecto Pequeño Gran Humano tiene un taller que puede servir mucho para saber qué hacer en momentos como este. Es el taller teórico-práctico: Descifrando el mal comportamiento, soluciones y estrategias efectivas para padres. Aquí descubriremos de dónde viene el mal comportamiento de nuestros hijos y plantean una nueva forma de abordarlo sin castigos, sino a partir de la Disciplina Positiva. ¡Vamos!

Este taller será el sábado 8 de junio de 10-14 hrs. En Capitán Martínez de Castro #6 en Col. San Miguel Chapultepec. Mayores informes: pequenogranhumano@gmail.com.

1 comentario:

  1. Querida Diana, me imagino que después de todo fue una experiencia muy enriquecedora, tú cómo una madre que está ahí para su hija a pesar del "deber ser", con el amor y la paciencia que se necesita en esos casos y Sofía pudo atravesar esos momentos de frustración para restablecer con flores su propio pastel que simbolizaba una año más de vida, de crecimiento :)

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