6.9.11

Una nueva aventura...

Hace mucho que quería escribir esta líneas. Me llegó de repente el golpe de realidad, esa realidad que solo la entiendes cuando la vives, esa realidad que solo la sientes y por eso la entiendes. No soy el centro de mi hija, nuestros vínculos se están alargando, nuestros espacios se están reestructurando. Llegó el príncipe. Llegaron esos momentos de paternidad al máximo.

Recuerdo como si fuera ayer cuando me enteré que estaba embarazada y sin que nadie más supiera, solo Sofía (en ese entonces una celulita) y yo, en esa complicidad íntima, la acaricié a través de mi vientre y le susurré “yo te voy a cuidar”. Ahora la cuido a la distancia.

Fue de un día para otro, en el que todo fue papi para esto y papi para aquello. Debo decir que al principio sentí celos y tristeza, ¿Dónde quedaba yo? Después me sentí sin motivación, ya estaba tan acostumbrada a todo hacerlo con ella y ahora no, todo lo quiere hacer con su papá. Fue una tarde que padre e hija estaban fascinados viendo la tele, y yo me metí a bañar, me tardé como 20 minutos entre que me ponía la mascarilla para el cabello, el exfoliante y quien sabe que cosas más que huelen bien; después del baño me embarré más cremas y me preparé un té. Ahí me dije: “que maravilla, que sigan papá e hija viendo la tele, yo me voy a poner otro aceitito para la cara y me voy a echar una siestesita”. Ese fue el golpe de realidad más revelador que he tenido en los últimos días. Mi hija está descubriendo estar con su papá y yo estoy descubriendo estar conmigo.

Sofía no es para mi, es para ella misma. Su papá y yo somos sus guías. En esta etapa, es tiempo que despierte al mundo de la mano del mejor explorador que conoce: su padre. Tan buenos exploradores han salido juntos que han inventado “el juego de la memoria”. Hace poco me lo explicó Sofía, resulta que uno nombra una cosa que ve y el otro repite esa cosa y aumenta otra, puede salir una lista infinita de cosas, lo importante es que las enumeres en el orden correcto: “gato, árbol, semáforo, coche...te toca mami, ese es el juego que me enseñó papi”- dice mi pequeña mientras caminamos a la escuela.

Así que en eso estamos, la etapa del príncipe ha llegado. A vivirla, a abrazarla y a recordarla. Verlos felices de la vida jugando padre e hija, respetar su espacio y disfrutar el mío. Esa es una nueva aventura.

Queridas mamás que leen estas líneas ¿les ha pasado esto? ¿cómo lo han vivido? ¿cómo lo han vivido los papás? Cuéntenme, me gustaría saber sus experiencias.


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