5.5.11

Naciste con los Beatles


Hace cuatro años, me volví mamá. Todo empezó el 4 de mayo a las 11 de la mañana. Bruno estaba preparando unos chilaquiles para desayunar (sí, el consentimiento total del embarazo), yo estaba sentada en la cama, despertando un viernes normal, tratando de salir de la cama y moverme con la enorme panza que veía con ilusión. Sentí la primera contracción. Me quedé sentada en la cama, tratando de entender qué era lo que había sentido. Sentí un segundo aviso. Sentí que ya era hora. Le grité a Bruno desde el cuarto, no quería moverme, quería sentir mi cuerpo y tratar de entender. Bruno llegó al cuarto con un reloj y un papel en mano para empezar a contar las contracciones y tomar nota del trabajo de parto. Desde ese momento él se encargó de toda logística y yo me adentré a mi misma. El doctor nos dijo que esperáramos un rato para ir al hospital, que todo estaba bien, que el trabajo de parto apenas estaba empezando. Ya teníamos un plan para el día de parto: comeríamos fondue (Bruno ya había buscado la receta y tenía los quesos listos para cuando fuera el momento), abriríamos una botella de vino, iríamos a caminar por el barrio, nos compraríamos un helado e iríamos al hospital. Ese era nuestro plan y así lo hicimos.

En el hospital me tomaron todos mis datos y me pidieron que me quitara los anillos, el reloj y los aretes. Recuerdo la cara de las enfermeras y los residentes del hospital militar, cuando me quité los 10 aretes de las orejas, más el de la nariz y el de la lengua. Después del ritual de los piercings, llegamos a la sala de labor. Había una tina, una silla, un sillón ginecológico y un gran espacio para caminar. Bruno puso las bocinas para escuchar música mientras nuestro niño o niña (no sabíamos qué era, queríamos la sorpresa) se preparaba para salir.

En la noche me metieron a la tina, las contracciones eran más intensas y mi anestesia fue el agua. Para ese entonces tengo vagos recuerdos del mundo exterior. Veía mi interior, sentía mi cuerpo cómo se abría a cada contracción, veía un túnel negro, acompañaba a mi bebé en el camino para salir. Recuerdo los momentos de lucidez y los momentos de verme en mi. Cada contracción, cada apertura de mi cuerpo era un momento de concentración y de fortaleza que en mi vida había sentido, lo sentía como un toque místico, me sentía la primer mujer; la mujer que da vida. También sentía una vulnerabilidad que solo los brazos de Bruno la contenían. Era como si los dos estuviéramos en el mismo cuerpo, en una comunicación tan primitiva que la entendíamos con solo sentirnos. Él sabía qué hacer, su memoria ancestral de primer hombre, también dando vida.

Para las 11 de la noche, ya tenía diez centímetros de dilatación y me reía de los chistes que contaban el doctor y sus asistentes. Recuerdo la paciencia, el respeto y el cariño con el que nos trataron los doctores. Desde que llegamos, nos dijeron que la chamba la íbamos a hacer nosotros tres: el bebé, Bruno y yo y que ellos nos ayudarían hasta el final. Así fue. Para las 11:30 de la noche empezaron las quinielas, Bruno decía que nacería los primeros minutos del 5 de mayo, los doctores decían que nacería en los últimos minutos del 4. Estábamos pasándola de lo lindo, platicando, contando chistes, riendo, tomando unos jugos, escuchando a los Beatles. Parecía una reunión de un viernes por la noche, ¡eso era! El único detalle es que estaba en la tina a punto de dar a luz.

A las 12:05 del 5 de mayo del 2007 naciste tú. Saliste al mundo decidida a conocerlo, con fuerza y rapidez. Diste tu primer respiro, lloraste y te pusieron en mi pecho. Tu papá y yo te admiramos, te abrazamos, te dimos la bienvenida. Eras tú, mi querida hija, mi niña adorada, nuestro regalo de vida.

Los Beatles seguían sonando.

Los Beatles siguen sonando, ahora tú me los pides para cantar el “submarino amarillo”.

Hace cuatro años naciste. Hace cuatro años iluminas mis días. Hace cuatro años que trabajo para hacer un país mejor para tí. Hace cuatro años que viajamos juntas y redescubro el mundo contigo. Hace cuatro años que me ayudaste a entender qué es ser madre.

Muchas felicidades corazón. Como tú dices, ya eres niña grande, ya tienes cuatro años.

3 comentarios:

  1. Diana, me encantó esta segunda descripción de la llegada de Jorja.........

    ResponderEliminar
  2. Qué relato tan emocionante!! qué bonita llegada al mundo... conectados los 3 desde entonces, bellos :D

    ResponderEliminar
  3. Felicidades a los tres por esa bienvenida de hace 4 años. Que linda historia.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Gracias por tu comentario. Saludos!