29.3.11

Trazamos un ocho...


Les cuento mi experiencia de empezar a hacer tarea en casa con Sofía. Les recomiendo un libro de enseñanzas del Dalai Lama. Los invito a participar en la promoción de la semana.
 La semana pasada Sofía empezó a traer tarea a la casa. Cuando su maestra me avisó de este cambio, me emocioné bastante. Ya es grande mi pequeña, ya vamos a hacer tarea, pensé. Me emocionaba la idea de sentarnos juntas a descubrir nuevas cosas, tener nuevos temas de qué hablar y sorprendernos.

La primer tarea que le dejaron fue trazar el número uno con muchos colores. En cuanto llegamos a la casa, Sofía quería sacar su cuaderno y empezar su tarea. Le expliqué que la tarea se debe de hacer en un espacio relajado de la casa y en un momento sin prisa. Mi pequeña quería trazar el uno, mientras comía, luego mientras veía la tele y luego mientras jugaba con sus muñecos. Desde ahí fue aprender otra dinámica.

Así que marqué una hora para hacer la tarea. Después de ver un rato la tele y antes de cenar. A esa hora, sacamos los colores y el cuadernos de tareas. Trazamos el número uno con todos los colores. Fue algo sencillo y divertido. Primer prueba superada.

Después vinieron el 2, 3,4,5,6...uno cada día, a la misma hora. Lo trazábamos, pero ya no era tan simple: Algunos días Sofía tenía sueño, otros tantos, se aburría después del segundo trazo. Esto de hacer la tarea es más complicado de lo que pensé. Sofía y yo estábamos en la dinámica de divertirnos, de dibujar sin importar si nos salíamos de la raya, de hacer rompecabezas, de cocinar y por supuesto de guiarla en un comportamiento de respeto y obediencia, pero de eso a hacer la tarea como dice la maestra, es otro mundo completamente.

Debo de admitir que en este punto mi personalidad y mis recuerdos me ganan. En la escuela yo era una matada. Mis cuadernos tenían diferentes colores para identificar los títulos y subtítulos de los resúmenes, además de monografías pegadas en cada tema para ilustrar el contenido. El orden de mis apuntes era directamente proporcional a mi atención en las clases. Así me enseñaron en la escuela de monjas donde crecí. Esas eternas planas de repetir fechas o problemas de aritmética. La repetición era la calve del entendimiento ¿a ustedes les pasó? ¿les ponían a hacer planas?
 Toda esta forma de aprender no la tiene mi hija, ella no es de repeticiones y mucho menos de trazar un número porque así se dice que se debe de trazar y ya. Ella necesita explicaciones y un aprendizaje divertido. Cuando llegamos al ocho, entendí qué debía de hacer. Empezamos con el ocho y era lo mismo, ya se había aburrido, ya no quería seguir. Acababa de ver la película de la temporada, ahora descubrió Cars y la ve una y otra vez. Me acordé de Cars y de el Rayo Mcqueen y de Radiador Springs. Le dije que el ocho era una carretera y que juntas manejaríamos sobre ella y así fue, Sofía tomó el color morado, yo lo tomé también y juntas dibujamos el infinito ocho con varias vueltas a la pista. Fue la primera vez que se rió al hacer la tarea.

Así trazamos el ocho, con muchos colores e imaginación. Cuando llegamos al nueve las dos estábamos muy entretenidas, hablando de los personajes de la película y al mismo tiempo contando nueve coches, nueve vueltas, nueve risas. 
 Me acordé de mis clases de maestría, donde nos decían que el conocimiento tiene que ser holístico, tiene que ser una experiencia completa que se genera en la escuela y se complementa en la casa, en la vida diaria del alumno. El conocimiento debe de estar fundamentado en experiencias personales. Se desarrolla una experiencia nueva que hace que el conocimiento realmente sea aprendido y no repetido. Se enseña en la escuela y tiene que complementarse en la casa. El conocimiento es una experiencia de vida. Mi hija aprendió a hacer el ocho en la escuela y en casa recibió otra experiencia que hizo que conociera el ocho de otra forma.

Me emociona que en algunos años más, cuando ella escriba el ocho por su cuenta, tenga ese recuerdo lejano de cómo jugamos aprendiendo, esa tarde de marzo. Yo lo tendré.

Hoy nos toca trazar el cero, ¡ya les contaré cómo nos va!

¿Cómo hacen la tarea con sus hijos? ¿les costó trabajo entrar a esta dinámica? Les recomiendo que tengan contacto directo con los maestros de sus pequeños, sobre todo para saber qué le están enseñando y cómo. Maestros y papás debemos crear un equipo de acción para que en casa, complementemos el conocimiento aprendido en la escuela.

Para los papás: 

Hablando de experiencias y conocimiento, estoy leyendo el libro El arte de la felicidad. Es un texto del psicólogo Howard C. Cutler y sus conservaciones con el Dalai Lama. Cutler, hace el trabajo de traducir las enseñanzas del Lama al lenguaje occidental. Las enseñanzas del budismo la transpola a la psicología occidental. Es muy interesante porque a través de las páginas y de lo que dice el Dalai Lama, me di cuenta que la felicidad depende del cristal con el que miramos nuestra vida. Todo tiene que ver con la percepción y cómo nos vemos a nosotros mismos. Se los recomiendo. En una enseñanza. Nuestra naturaleza humana tiende a la felicidad, pero debemos trabajar la mente para alcanzarla. Mientras más conocimiento tengamos, más fácil podemos trabajar en nosotros mismos. Es un libro mágico. Cada vez que termino de leer, siento que me quité una cantidad enorme de preocupaciones de encima.

Promociones: Sigue la promoción para la obra Sombras y figuras/homenajes o historias de amor.. Lo único que tienen que hacer es contestar en twitter ¿qué es lo que más les gusta de la Ciudad?.


3 comentarios:

  1. Que creatividad para hacer la tarea muuuy divertida. Espero tener la inteligencia de hacerlo así de bien cuando llegue el momento de empezar con Constanza, aún faltan un par de años.

    El libro que recomiendas se me antoja mucho, espero poder adquirirlo pronto.

    Saludos.

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  2. "Los niños de ahora ya no son como antes", tantas veces hemos escuchado eso y qué creen... tienen razón. A mi Sofía le enseñé a ver cisnes en el número 2, números panzones con el 5, serpientes con la S y velitas del pastel con la "i". Le repito una y otra vez lo buena que es con las matemáticas, pues no quiero que quede negada para ellas como me lo hicieron creer a mí. Mi hija aún no sabe leer, distrae a sus amigos en clases y no es la niña de 10's que toda mamá quisiera tener, pero mi hija sabe reconocer una pintura de Magritte, le gusta ir a Bellas Artes, adora ir al teatro, lee libros (sin saber leer aún) como puede leer el mundo. Mi hija tiene un rincón en su cuarto que es su "laboratorio" en donde hace experimentos que casi siempre acaban en un desastre higiénico. Todo lo anterior es lo que me hace sentir orgullosa aunque todavía confunda la B con la D. Vamos, sólo tiene cinco años.

    Yo soy domadora de bestias feroces, o mejor dicho, profesora de secundaria. He aprendido a llamar la atención de mis "niños" y explicarles el Lenguaje figurado con albures, los Modos Verbales con una hipotética situación de un control remoto extraviado, y a realizar proyectos como si fueran gerentes de una empresa transnacional. Me mueve y me hace pensar lo que mencionas del conocimiento. Espero leer tu recomendación en estas próximas vacaciones y seguir jugando a aprender.

    Besos y abrazos para ti y Sofía.

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  3. La tarea?, justamente hoy reflexionaba al respecto, Natalia lleva todo lo que va de este ciclo escolar haciendo tarea, las primeras fueron divertidas, después se volvieron un momento de tensión, la distracción de ella y la impaciencia que empezó a surgir en mi, fue la una mala combinación, lo comenté con algunas otras mamás y coicidimos y reflexionamos cómo en esos momentos nos transformábamos, y que eso tenía que cambiar, en lo particular no usé una metodología específica, sólo me relajé y Natalia al principio no mostraba algún cambio, pero justamente hoy me di cuenta que la tarea se ha convertido en algo lindo, ella llega de la escuela saca su cuaderno y comienza a hacerla, le gusta que esté cerca pero cada vez me consulta menos, de hecho hoy en una palabra que tenía que escribir me pidió que la dejara sola, "vete mamá, yo puedo hacerlo", eso me dió mucho gusto por que la lecto escritura ha sido más reto que los números, en fin esto de la tarea es una aventura y una forma más de un encuentro entre la mamá y el hij@, y que mejor de que sea un encuentro fabuloso!

    Karla

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Gracias por tu comentario. Saludos!