En este principio de año, mi experiencia en la playa y el mar me dejaron pensando muchas cosas. Les platico:
A Sofía le encanta construir en la arena, esa es una actividad que hace con su papá, los dos saben cuántas cubetas de agua hay que llenar para que la arena tenga buena consistencia; qué tan profundo hay que excavar para que los cimientos sean fuertes y qué tan alto hay que construir para que no se caiga la arquitectura. Yo me declaro incompetente en el ámbito de la construcción de castillos de arena, pero me gusta ayudarles en lo que se pueda.
Este año les ayudé a limpiar la arena. La cantidad de colillas tiradas en la playa es sorprendente. Por todos lados hay colillas. No quería que Sofía estuviera jugando alrededor de los residuos de cigarro, así que en la tarea de la construcción implementamos el área de limpiado de arena. Hice un ejercicio muy simple, levanté solo las colillas que estaban alrededor de donde Sofía estaba jugando. Saque 30 colillas en menos de 5 minutos.
Lo preocupante de este cenicero enorme es que los desechos se los lleva el viento y llegan al mar, donde los peces pueden confundirlo con alimento y morir en el intento de comer, como sucede con varios contaminares que se lanzan al mar. Pero ¿Qué contienen las colillas de cigarro? Resulta que contienen químicos muy fuertes para evitar que los elementos tóxicos del tabaco lleguen a los pulmones. Están hechos de acetato de celulosa, un tipo de plástico que tarda mucho en degradarse en el medio ambiente. Una colilla de cigarrillo típica puede durar desde 18 meses a 10 años en descomponerse. Contienen trazos de toxinas como plomo, arsénico y cadmio, sustancias que pueden infiltrarse en el suelo y las aguas subterráneas.
El pueblo mao'hi (maori), habitantes de las islas de la Polinesia, tienen la creencia de que el ir y venir de las olas del mar, significa la relación circular entre nosotros y nuestros ancestros. Los tikis, los ancestros, vienen del mar para cuidarnos y nosotros vamos al mar para respetarlos. A esa relación entre lo terrenal y lo espiritual se le llama Mana y Atúa. El Mana es tu fuerza vital y el Atúa es la bendición de los ancestros, de la naturaleza. Todo está unido: vida, presente, pasado, naturaleza. Todo forma parte de un mismo ciclo, como el ir y venir del mar.
Recordé a los sabios maoris porque no estamos respetando ese ciclo, estamos abandonando el respeto a la naturaleza y por lo tanto estamos dejando de lado al futuro. Algún día nosotros seremos los ancestros, hagamos que nuestro recuerdo sea de respeto al mundo y la naturaleza.
Mi esposo y yo le explicamos a Sofía lo peligroso que era dejar basura en la playa; que todo eso se va al mar. Mi esposo le explicó a Sofía, a su nivel, lo que era cambio climático y cómo podíamos ayudar a que evitar su aceleración. Todos los días, Sofía me pasaba la basura que encontraba en la arena.
Con esta reflexión y las explicaciones que le dimos a Sofía, sobre cuidar el medio ambiente, me convenzo cada vez más que cuidar la naturaleza nos hace mejor personas, entramos de nuevo al ciclo del Mana y el Atúa, en la común unión con el cosmos. Entramos al ciclo de dar vida y preservarla.
Este es mi mensaje después de cuatro días de empezar una nueva cuenta, un nuevo año de oportunidades y sueños por lograr. Este año, regresemos a la naturaleza, cuidemosla, enseñemosle a nuestros hijos a cuidarla, entremos en contacto con nuestro hogar, cuidemos lo que nos da vida, respetemos esa simbiosis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario. Saludos!