Les cuento cómo nos fue en este
regreso a clases...
El regreso a clases es todo un tema ¿a
poco no? Sofía por ejemplo, justo la noche antes de regresar a la
escuela, se quiere desvelar y seguir jugando y creando historias a
pesar de estar acostada. Ayer, se levantó de la cama tres veces,
porque simplemente los ojos no se quedaban cerrados para dormir.
Recordé cómo era mi última noche de
vacaciones, y me la pasaba igual. Es justo esa noche cuando el sueño
se va. A pesar que sabía que me tenía que despertar más temprano,
el sueño no llegaba.
Con este contexto se llega a la primer
mañana de escuela. El retomar los horarios de temprano. El desayuno
a una hora que no se antoja nada para comer. Las prisas al estilo
conejo de Alicia. El exterior de las ventanas decoradas con un tono
azúl, donde todavía no sale el sol. Estamos a punto de salir, cargo
el morral de Sofía y ella lleva en la mano una almohada, le digo:
“corazón, la almohada se queda aquí”, a lo que me responde de
forma definitiva: “la llevo para dormirme en el camino”. La
almohada se queda en casa, nosotras salimos para caminar a la
escuela.
El camino a la escuela es parte de la
aventura. El ambiente sigue azúl sin sol, las banquetas son espejos
de agua por la lluvia de la noche anterior, la brisa del amanecer se
siente a cada paso. Es una Ciudad que solo a esas horas se ve, un
espectáculo de ambientes que más tarde no se percibe igual. Tan
solo pensar que ayer Sofía se despertó a las doce del día y se la
pasó todo el día en pijama. Justamente eso era lo que platicábamos
camino a la escuela: fue un cambio muy brusco, de un día para otro,
Sofía me decía que todo iba muy rápido. Así pasa con las
aventuras, le dije, uno nunca está listo para empezar la aventura,
solo llegan, así de rápido.
Ir a la escuela es toda una aventura,
no solo para mi hija. Yo voy con ella de la mano. Ayer, mientras
forraba los libros, les eché un vistazo para conocer qué aprendería
en este ciclo. Me emocioné bastante. Jugar con sumas y restas,
crear palabras, conocer otras culturas, platicar de Historia. Empieza
otro tipo de conocimiento y me encantará platicar con ella sobre los
Olmecas o cuáles son las decenas o qué animales viven en la selva.
Llegamos a la puerta de la escuela. De
nuevo nos despedimos, de nuevo las mañanas son experiencias por
separado, en su vida y en la mía. Le doy un beso en la mejilla y le
digo: Feliz regreso a clases, te diviertes en tu nueva aventura. Mi
hija sonríe mientras abraza a su morral. Sin más, entra a su
escuela.
Ya quiero que sea la hora de la salida
para que me cuente cómo le fue.
¿A ustedes cómo les fue en este
regreso a clases?
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