Esto de enfermarse cuando una es mamá no es la mejor opción, pero el cuerpo es el cuerpo y también nuestras defensas se bajonean de vez en cuando.
Resulta que me enfermé la semana pasada y todavía traigo la resaca en el cuerpo, todavía no estoy del todo bien. Empezó con un dolor de cabeza horrible por ahí del jueves pasado. Tan fuerte fue mi dolor que en la tarde, después de pasar por Sofía a la escuela le di rápido de comer, le dije que nos acostáramos en la cama para ver unas películas y me quedé profundamente dormida, abrazando a Sofía eso sí, para que no se fuera a otro lado mientras yo trataba de que el dolor se fuera.
El viernes me desperté como si nada, todo estuvo normal a pesar del tránsito espeluznante en la ciudad.
El sábado no me pude levantar. Me dolían los huesos, sentía escalofríos, me dolía la cabeza, sentía como si estuviera congestionada, pero sin tener que usar un solo pañuelo. Me quedé toda la mañana en la cama con Sofía a mi lado. Estábamos solas, mi esposo tuvo que salir de viaje y por querer hacerme la valiente no le hablé a mis papás. Le di de desayunar a Sofía, con todo doliéndome por todos lados. Sonó el teléfono, era mi esposo, me preguntó que qué tenía, que me escuchaba muy mal, le conté todo y me dijo que me fuera a casa de mis papás. Él preocupado por que me diera H1N1 después de que recibimos la notificación de que dos escuelas de nuestra colonia cerraron por este brote. Total de que desistí de mi papel de mamá todo puede y le hablé a mis papás. Hace años que no sentía el ser la hija de nuevo, debo decir que en las circunstancias que me encontraba me reconfortó.
Salir a la Ciudad me pegó todavía más, ahí me di cuenta que sí me sentía mal. Todo iba muy rápido, había mucha luz, muchos coches, mucha gente. Sentía que estaba en un sueño donde yo era la única que iba en cámara lenta.
Llegamos a casa de mis papás y directo a la cama, pude dormir bien sabiendo que Sofía estaba cuidada. Cuando desperté, como tres horas después, vi a Sofía sentada a un lado de la cama, dibujando. Mi mamá me dijo que Sofía no se quiso mover de la cama porque me quería cuidar. Así fue todo el fin de semana, hasta me dibujo unas ovejas para que pensara en ellas mientras me inyectaban, y me echaba porras: “vamos mami, vamos”.
Ahora ya estoy mucho mejor. Los antibióticos y las horas de sueño ayudaron bastante, aunque me siento como gatito porque hago una pequeña actividad y me canso, me duermo un rato y vuelvo a lo que estaba haciendo. Esto me desespera un poco para serles sincera, porque ya estoy muy acostumbrada a la multifunción: trabaja, has la comida, lleva a Sofía a la escuela y luego a la natación o al ballet, regresa a la casa, recoge la casa, etc. Todo eso ha quedado en pausa por varios días y siento que la vida externa sigue, como esa Ciudad que vi hace unos días: rápida, viva, con muchas cosas por todos lados.
En fin, que sigo descansando, en la espera de recuperarme al cien por ciento y agradecida con mi enfermera número uno, mi pequeña Sofía.
Les recomiendo que si tienen tos o empiezan con síntomas de gripe, vayan directo al doctor. No es por alarmar ni mucho menos, pero es mejor prevenir y no estar tirados en cama toda la semana. Para los niños, si no tienen a qué salir en estos días, mejor no salgan, eviten que sus peques se expongan a cualquier contagio.
Les paso un artículo informativo sobre la influenza
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