Este fin de semana se estrena Alicia a través del espejo. Mi hija y yo estamos muy emocionadas. El otro día nos pasamos todo el desayuno platicando sobre qué pasaría en la historia, no dejábamos de ver el trailer y hacer conjeturas de lo que veríamos en la película completa.
Resulta
que somos fanáticas de la primera parte de Alicia en el país de
las maravillas que se estrenó en 2010. La fuimos a ver al cine,
pero en ese momento Sofía tenía cuatro años y no le llamó mucho
la atención. Hace unos meses, su abuela le regaló la película y
ahora, a sus 9 años, es su fascinación. A mi también me gustó
esta nueva versión de Alicia: esta chica que está en su búsqueda y
determinación de cambiar lo establecido. Me recordó mucho a lo que
dice la psicóloga Clarissa Pinkola en su libro Mujeres que Corren
con Lobos, sobre estar en contacto con la mujer salvaje, aquella
que está dentro de nosotras, que nos llama a actuar desde el
instinto. Entrar al universo fantástico para superar los miedos y
reencontrarse, darle fuerza a la voz interna. Esa es la Alicia desde
los ojos de Tim Burton, se vuelve una guerrera fascinante.
Recuerdo
que leí Alicia cuando tenía 12 años, justo en el momento en que
empezaba a despedirme de una parte de mi infancia. Recuerdo que me
costó trabajo terminar de leer. Era un universo tan fantástico y
con un lenguaje tan particular (muchos juegos de palabras y
acertijos) que no lo lograba entender del todo; pero cada vez que
abría el libro, ahí estaba Alicia compartiéndome sus aventuras.
Alicia
se volvió mi amiga literaria; me acompañó de los 12 a los 14 años.
Primero en su país de las maravillas y después del otro lado del
espejo. Alicia se convirtió un nombre especial en mis propias
fantasías. A donde iba, me acompañaba una libreta que me regaló mi
mamá con portada de gatos, ahí escribía cuentos y canciones donde
el personaje principal era Alicia, ya no la de Lewis Carrol, sino la
mía, mi propia versión de esta compañera entrañable. Cuando
llegué a los veinte años y pensaba en la posibilidad de ser mamá,
me imaginaba a mi hija como una niña llamada Alicia. Ahora a mis 33,
Alicia me sigue acompañando y la comparto con mi hija Sofía a
través de Tim Burton. En unos años más la compartiremos desde las
letras de Carrol.
Del
otro lado del espejo. El gran juego de ajedrez. Regresar al universo
fantástico a pesar de los años. Reconocer emociones de la infancia,
lugares cubiertos por un mundo aparte, emociones de amigos
imaginarios y alegrías de ilusiones de antaño. Regresar a la voz
interior, aquella que se silenció para crecer y de nuevo pide ser
escuchada, compartida. Ahora se estrena la nueva película, la Alicia
moderna que cruza el espejo, ahí estaremos Sofía y yo acompañando
a nuestra querida amiga.
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